La historia de Ryan (o Rayan, según una traducción más precisa), el niño que se cayó al pozo mientras jugaba, cruza muchas otras historias.
La emoción suscitada por el asunto suscitó una ola de solidaridad.
Pero es el hombre de la camisa azul, el más aplaudido en Tamrout, el pueblo de las montañas del Rif, escenario de la historia, durante las operaciones de rescate es Ali El Jajaoui.
Apareció con esa camiseta y una gorra negra en la cabeza para preguntar si podía ayudar. Especialista en perforación, procede de Erfoud, en el sur de Marruecos, por eso le llaman Ali Sahraoui, o sea "Ali del desierto".
És un voluntario. Su trabajo es cavar pozos. Y en Erfoud, a las puertas del Sahara, donde el agua es garantía de supervivencia, el de Ali es un oficio que casi da un aura de magia.
Cuando el hombre se enteró de Rayan, se puso disponible.
Partió de Erfoud, recorriendo casi todo Marruecos, de sur a norte, para compartir los secretos de los pozos con los técnicos que ya estaban trabajando.
Suya fue la idea del túnel de conexión entre el cráter y el punto donde había caído Rayan.
Cuando se fueron las excavadoras, llegó el momento de Ali de cavar a mano hasta el final con otros tres jóvenes. Un trabajo de horas, porque Ali entró en el cráter el viernes, más o menos a las 18 (hora local), para salir el sábado, una vez finalizada la operación.
Aplaudido por el público cada vez que se asomaba, para beber un sorbo de agua o para recuperar el aliento, su foto se hizo viral en las redes sociales.
Eran horas difíciles aquellas entre la noche del viernes y el sábado. La roca, el último obstáculo entre los picos y el pequeño, podría ceder, arrastrando la pared del cráter sobre el pozo y los rescatistas.
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