"Esta fue una victoria del corazón en un partido complicado", resumió Thiago Motta, el entrenador ítalo-brasileño de un Bologna que parece llamado a hacer milagros, tras la victoria por la mínima frente a Atalanta.
"Era un partido difícil ante un rival muy fuerte que no te deja jugar y al que nos tocó enfrentar después de haberlo hecho frente a Roma e Inter", destacó Motta, al aludir a los triunfos previos de Bologna en el campeonato y en los octavos de final de la Copa Italia, respectivamente.
"Fue una locura esta semana", dijo al respecto al reconocer que "el equipo estuvo brillante y eso es por mérito de la alquimia que se generó entre el plantel y los aficionados, que tiene derecho a soñar mientras nosotros debemos enfocarnos en hacer nuestro trabajo".
Bologna se afirmó en el cuarto puesto del campeonato, que otorga el último pasaje a la próxima Champions y aunque todavía falta mucho camino por recorrer, a falta de dos partidos para el cierre de la primera rueda es el equipo más efectivo del torneo jugando como local.
En el vestuario rival, Gasperini confirmó las sensaciones que había expresado en la previa de este partido, cuando advertía sobre las dificultades que representaba un Bologna en estado de gracia.
Esto sin ocultar la decepción por una derrota en la que el rival llegó bastante poco con peligro y Atalanta dilapidó las opciones que generó como para llevarse los tres puntos a Bergamo.
"Los partidos se ganan con goles, no por puntos", resumió al destacar que su equipo "generó más situaciones de gol que no concretó y terminó perdiendo con uno que nació de un tiro de esquina" de Riccardo Orsolini que conectó a la red de cabeza el escocés Lewis Ferguson a minutos del final.
Gasperini sí reconoció que Atalanta, más allá de esos errores puntuales, hizo el partido que vino a hacer al Renato Dall'Ara y "no le permitió a Bologna generar el fútbol que suele mostrar, escondiéndole la pelota, aunque nos vamos a casa con las manos vacías", se lamentó.
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