Herzog debió ser escoltados por agentes policiales afuera del
estadio mientras miles de simpatizantes lanzaban bengalas y
fuegos artificiales luego de invadir el campo de juego antes del
desenlace de la final disputada en la víspera.
La conducta de los simpatizantes provocó la anulación de la
ceremonia de premiación en el estadio, en cuyos vestuarios los
jugadores de ambos equipos debieron refugiarse.
El presidente entregará el trofeo al Betar Jerusalén pese a que
originalmente condicionó la ceremonia de premiación tras
manifestar una "abierta condena a la violencia en el fútbol".
El alcalde de Jerusalén, Moshe Lion, convenció a Herzog de
premiar al Betar Jerusalén y afirmó que "no hay motivo para
castigar a los jugadores por culpa del comportamiento de una
minoría de simpatizantes".
El sitio web Sport 5 informó que la Asociación Israelí de Fútbol
recibió un informe muy severo del equipo arbitral del partido e
incluso detalló los daños registrados a la estructura del
estadio de parte de fanáticos del Betar Jerusalén, estimados en
unos 25 mil euros.
El reporte indica que la entidad inició una investigación sobre
lo acontecido y que evalúa sancionar a ambos clubes.
El plantel del Betar Jerusalén, luego de recibir el trofeo de
parte de Herzog, visitará al premier Benyamin Netanyahu y luego
festejará con su afición en un parque de la ciudad con una
celebración organizada por Lion.
Betar Jerusalén, un club tradicionalmente cercano al Likud,
principal partido del gobierno, recibió el apoyo del ministro de
Deportes, Micky Zohar, para recibir el trofeo de la Copa de
Israel.
"No hay dudas de que los futbolistas del Betar Jerusalén
merecieron la copa", afirmó Zohar, que forma parte del partido
Likud y quien adelantó que evaluará medidas para evitar
invasiones del campo en el futuro.
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