"No hay futuro sin mirar al pasado", debió pensar Maria Grazia Chiuri al diseñar la alta costura de la casa francesa.
Una colección que desfila inmersa en el universo imaginativo creado por la artista india Rithika Merchant, cuyas obras textiles repletas de símbolos oníricos y motivos mitológicos forman el telón de fondo a modo de frescos de todo el recorrido de la pasarela.
Los artesanos de los talleres de Dior y de la Chanakya Craft School transformaron las visiones de Merchant en paneles bordados que combinan moda y arte.
En el parterre, entre los invitados de este jardín encantado, Carla Bruni Sarkozy, Jisoo de Blackpink, Jenna Ortega, Nicola Coughlan, Anya Taylor-Joy, Pamela Anderson y Deva Cassel.
Para la ocasión, Chiuri releyó algunos topoi de la memoria indumentaria -especialmente la creativa y escenográfica de siglos pasados- para subvertir el orden del tiempo y de la moda.
Para devolvernos a ese tiempo que no es pasado ni futuro, sino moda.
Como la crinolina del siglo XIX que ya no está oculta
tras faldas, sino una jaula debilitada que hace alarde de su
estructura, de la que se extienden hilos con la consistencia de
ramitas bordadas que se balancean con cada movimiento.
O como las alforjas del siglo XVIII que se ajustaban a las
caderas.
Es en esta brecha temporal donde Maria Grazia Chiuri se
mueve como si los espejos que pueblan el taller de alta costura
pudieran ser ese espejo de Alicia que permite el acceso a otra
realidad, dominada por continuos cambios de significado.
En el
que se hace realidad ese sueño de la moda que nunca debe dejar
de ser sorprendente.
El director artístico se inspira sobre todo en la línea
Trapèze, concebida para Dior en 1958 por un joven Yves Saint
Laurent.
La colección se convierte entonces en una secuencia de
conjunciones impredecibles en un país de las maravillas donde el
aquí y el ahora juegan continuamente al escondite. Los culottes
de tul bordeados de encaje son un recuerdo de infancia de una
mujer niña que puede cruzar muchos umbrales, tantos como quiera,
cambiar a su antojo, ser su medida: inconmensurable o menuda.
La línea Cigale, diseñada por Monsieur Dior para la
colección de Alta Costura Otoño-Invierno 1952-1953, si se retoma
en el muaré original, se convierte en una pequeña falda que,
combinada con un frac ajustado, realza el contraste de
proporciones.
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