Un aniversario celebrado hoy por la comunidad del Sagrado Convento que escribió en X: "Esta joya de belleza, de historia y de espiritualidad merecía verdaderamente un esfuerzo colectivo de tal magnitud, para volver a ser un lugar de encuentro con Dios en el nombre de Francisco de Asís".
Fue una verdadera empresa realizada en poco más de dos años para reconstruir las bóvedas derrumbadas con aproximadamente 200 metros cuadrados de frescos, subraya el Sacro Convento.
Recuerda, además, que 300 mil fragmentos fueron seleccionados y recuperados gracias al trabajo de los estudiantes de la Universidad de Tuscia, de los profesores y estudiantes del Instituto Central Superior de Restauración y de la Superintendencia de Umbría; 220.000 fueron reubicados gracias al trabajo de veinte restauradores profesionales bajo la dirección del comisario extraordinario Antonio Paolucci, mientras que los 80.000 restantes todavía están catalogados y conservados en la actualidad.
A todo ello se suman las obras de recuperación del campanario y de las partes dañadas del conjunto del Sagrado Convento. Y uno de los momentos simbólicos de la utopía de la obra fue la espectacular operación que llevó a la "grúa hermana" dentro de los muros del Sacro Convento para salvar el tímpano del crucero izquierdo de la Basílica.
"Un tesoro de arte único en el mundo", lo definió el restaurador jefe Sergio Fusetti.
"Por eso, en cierto sentido - agregó -, las obras iniciadas en ese período nunca han terminado. El mantenimiento resulta de fundamental importancia. Hace unos meses terminamos el ciclo de restauración que afectaba a las capillas laterales de la iglesia inferior, ahora nos detendremos en el período que corresponderá al Jubileo y al octavo centenario de la muerte de San Francisco, con la esperanza de reanudarlo posteriormente con los frescos del Maestro de San Francisco en la nave de la iglesia inferior".
Fray Marco Moroni, custodio del Sacro Convento, subrayó que "la empresa parecía imposible: reconstruir las velas que se derrumbaron a causa del devastador terremoto del 26 de septiembre de 1997, en el que perdieron la vida cuatro personas, era verdaderamente una apuesta".
"La apuesta fue ganada - agregó - y lo que se llamó 'la obra de la utopía' se completó con éxito en muy poco tiempo".
"Esta joya de belleza, de historia y de espiritualidad realmente merecía un esfuerzo colectivo de tal magnitud, para poder ser devuelta a los peregrinos, a los turistas, a los conocedores del arte, para volver a ser un lugar de encuentro con Dios en el nombre de Francisco de Asís", afirmó el custodio.
"Nos encontramos una vez más cerca de un Jubileo, veinticinco años después de aquel momento de gracia en el que se abrió no sólo un portal, sino también un futuro de nueva esperanza", concluyó.
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