El viaje comienza en Trequanda (Siena), un pequeño pueblo toscano enclavado en las colinas de Valdichiana Senese, donde el aceite es una parte integral del paisaje y la cultura local.
Aquí los olivares se extienden hasta donde alcanza la vista.
Tanto es así que el paisaje de Trequanda está incluido en el Registro Nacional de Paisajes Rurales Históricos. Trequanda es también un destino ideal para el turismo del olivo, y los operadores locales organizan cada vez más excursiones en la zona.
Continuando hacia Emilia-Romaña se llega a Brisighella (Ravena), un pueblo medieval enclavado entre colinas, famoso por la producción del famoso aceite Brisighello Dop.
El aceite de oliva virgen extra de esta tierra es una excelencia que sigue unas estrictas especificaciones de producción, que garantizan su calidad y pureza. Las aceitunas se recolectan a mano y se procesan mediante prensado en frío para mantener intactas todas las características nutricionales.
Cada año, en diciembre, el pueblo acoge la Fiesta del Aceite con degustaciones y visitas a los molinos o prensas.
La siguiente parada es Umbría, donde el aceite es un elemento imprescindible de la cultura gastronómica. La región acoge la XXVII edición de Molinos Abiertos, para celebrar la llegada del aceite.
Hasta el 17 de noviembre están previstas numerosas iniciativas, como degustaciones en los molinos, presenciar la recolección de las aceitunas y descubrir tradiciones gracias a eventos como las Experiencias Evo&Art, que entrelazan el descubrimiento del aceite Dop con el arte y la historia del territorio.
Además, la muy difundida exposición fotográfica Visioni Oleocentriche transforma a Umbría en un museo al aire libre.
El itinerario termina en Apulia, tierra donde el aceite es un elemento sagrado, celebrado con ceremonias que se remontan a siglos atrás. En Bitonto (Bari), capital aceitera de Apulia, la bendición del aceite es un ritual que marca el inicio de la temporada de cosecha.
Las prensas abren sus puertas y se bendicen las primeras botellas de aceite nuevo en las iglesias locales, como signo de abundancia y esperanza.
Durante las celebraciones, las plazas se animan con eventos gastronómicos, donde la bruschetta condimentada con aceite nuevo y sal marina se convierte en símbolo de la sencillez y la tradición de Apulia.
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