El hombre fue identificado por la división de los carabineros y de la fiscalía que se ocupa de proteger el patrimonio cultural de Nápoles, que incautaron en las salas subterráneas adyacentes a la antigua estructura religiosa una impresionante cantidad de objetos arqueológicos robados. Según los especialistas, son muy pocos los ejemplos similares que se pueden encontrar en el país de iglesias como la que ha sido hallada, y su descubrimiento contribuirá a enriquecer el acervo de conocimientos relativos a ese periodo de la historia.
La sospecha de los carabineros es, sin embargo, que el empresario puede haber trasladado ya otra parte de los objetos hallados.
La iglesia, que data del siglo XI, se encuentra a unos ocho metros por debajo del nivel del suelo. Actualmente, se puede ver un ábside semicircular pintado al fresco, en bastante buen estado de conservación.
En el fresco se puede identificar parcialmente la iconografía de Cristo Entronizado, con decoraciones de velarium debajo y una inscripción dedicatoria que ya se ha descifrado parcialmente. También ha aparecido parte del pavimento del antiguo lugar de culto, formado por losas de mármol blanco desnudo.
El carácter excepcional del descubrimiento devuelve al patrimonio público los restos de un raro ejemplo de arte medieval del siglo XI, cuya decoración presenta similitudes con el cercano Sacellum de San Aspreno y se suma a los no tan numerosos testimonios pictóricos de la época medieval en Italia.
La investigación contó con la experiencia y la contribución técnica y operativa de la Superintendencia de Arqueología de Bellas Artes y Paisaje del Ayuntamiento de Nápoles.
Se inspeccionaron varios locales propiedad del empresario, en el centro histórico de Nápoles, y se incautaron otros túneles subterráneos objeto de excavaciones clandestinas, pertenecientes a los cimientos de un edificio del siglo XVIII catalogado como bien cultural de especial interés histórico y artístico.
También se incautaron al empresario napolitano unos 10.000 fragmentos cerámicos de naturaleza arqueológica de época romana y medieval, probablemente procedentes del sector suburbano de la antigua ciudad de Neápolis, que pueden rastrearse en otras zonas no exploradas en la investigación.
Además, se incautaron 453 objetos arqueológicos intactos de época romana, entre ellos cráteras de figuras rojas, ánforas, lámparas y pipas de aceite de terracota y monedas romanas y medievales.
El material recuperado y toda la zona subterránea incautada, asegura una nota, "serán objeto de nuevas investigaciones y estudios científicos que se llevarán a cabo de acuerdo con la Superintendencia Arqueológica competente de Nápoles, con el fin de permitir la seguridad, protección y consiguiente valorización de los locales".
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