En la edición actual del festival, Argentina está representada por 26 películas y proyectos en diferentes secciones; "en la próxima edición no habrá 26 películas, probablemente haya cinco, dos, ninguna", dijeron los profesionales argentinos en el acto.
"Nos enfrentamos a una parálisis absoluta que ha herido de muerte al cine argentino", subrayaron.
"La dirección del Festival de cine de San Sebastián quiere mostrar su solidaridad con la industria cinematográfica argentina en la situación que vive con la paralización de muchos de sus proyectos, el vaciado de contenido del INCAA (Instituto nacional de cine y arte audiovisuales) y con las medidas que este gobierno está tomando que ponen en peligro el desarrollo, no solo de su cinematografía, sino también de otras manifestaciones de su cultura", dijo su director, José Luis Rebordinos.
"La dirección -prosiguió- quiere dejar claro que este apoyo no significa ninguna intromisión en la política de Argentina.
Durante años hemos colaborado con un INCAA que ha tenido distintos colores políticos, perteneciendo a gobiernos conservadores, más o menos liberales, de derechas o de izquierdas".
La industria argentina, dijo Rebordinos, "consiguió desarrollarse con normalidad y ser una de las más importantes de América Latina, mostrando una imagen positiva del país y siendo un motor económico del mismo".
El festival, concluyó, "no puede permanecer al margen de un desmantelamiento de una cinematografía nacional por parte de un gobierno que además justifica una dictadura militar que asesinó a miles de ciudadanos", concluyó, tras lo que los presentes gritaron "Aguante el cine argentino".
Los profesionales argentinos denunciaron que la "guerra cultural" "más bien parece una cortina de humo para distraer a la sociedad en una economía donde día a día se hace más difícil a acceder a las cosas más elementales, generando hambre, ignorancia y odio".
Entre los asistentes al acto, celebrado en el Kursaal, se encontraban el director Diego Lerman y el actor Leonardo Sbaraglia, que acababan de presentar a concurso la película "El hombre que amaba los platos voladores".
Lerman vivir con la "sensación de que es la última (película) que hacemos. Es una sensación un poco apocalíptica en el panorama que estamos viviendo, no solo en la cultura, sino en las ciencias".
Detrás hay "una voluntad política, no es una voluntad económica", pues "tenemos un cine maravilloso y es una industria que funciona económicamente y genera mucho trabajo", declaró por su parte Sbaraglia en la rueda de prensa de presentación de la película.
"Hace casi 40 años me rompo el alma para ser actor, y lo último que queremos es estar hablando de política presentando una película como esta, pero se ha generado un escenario de conflicto donde nosotros estamos en ese escenario de conflicto que nosotros no generamos", añadió.
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