}
Así se presenta "Vermiglio", la segunda obra de Maura
Delpero, en competencia por Italia en el Festival de Venecia,
ambientada en los Dolomitas, en la frontera con Austria, donde
la guerra está presente, pero lejana, en el valle.
Es una película sobre las "raíces", aquellas de la directora
de "Maternal", sobre las cosas de antaño, sobre la vida de una
humanidad aún cercana a la naturaleza y sobre el tiempo que pasa
repitiendo siempre las mismas cosas: nacimientos y muertes y,
por supuesto, alguna que otra tragedia.
Nos situamos en 1944 en Vermiglio, un pueblo italiano de
alta montaña en la provincia autónoma de Trento (donde nació el
padre de la directora).
Aquí vive el maestro Cesare (Tommaso
Ragno), dividido entre la enseñanza en una clase multigrado, su
pasión por la música clásica y su familia, tres hijas
adolescentes, Lucia, Ada y Livia, muy unidas, tanto que
comparten la misma cama.
La llegada de Pietro (Giuseppe De Domenico), un soldado
refugiado (quizás un desertor), conduce al matrimonio de la
mayor, Lucia (Martina Scrinzi), quien queda embarazada.
Privadas de su hermana, Ada (Rachele Potrich) y Livia (Anna
Thaler) son separadas por el favoritismo del padre.
Pero el destino se ceba una vez más con Lucia. Al final de
la guerra, su marido emprende un viaje a su Sicilia natal, donde
un solo disparo deja viudas a dos mujeres.
Lucia se da cuenta de que ha sido solo "la esposa de
montaña" de Pietro, asesinado por su primera y legítima esposa
siciliana, cuya existencia desconocía. Lucia emprende entonces
un viaje físico, aunque quizás solo imaginado, a Sicilia para
enfrentar el pasado de su esposo y aceptar con más amor a la
hija, Antonia, que su matrimonio ha generado.
El momento icónico de "Vermiglio" ocurre cuando el "maestro"
hace escuchar a sus jóvenes alumnos "Las Cuatro Estaciones" de
Vivaldi, pidiéndoles que identifiquen cuál de ellas están
escuchando.
Y el transcurso de las estaciones, tanto naturales como
humanas, al igual que las reglas de la vida, tal vez sean el
núcleo de "Vermiglio", lo cual queda reflejado en un dicho
popular lleno de concreción.
Al enterarse de la muerte de Pietro, que deja una viuda y
una hija, alguien comenta: "Una boca más que alimentar y un
hombre menos que trabaje".
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Copyright ANSA