En sus salas, 130 obras de la Galería de Arte Moderno de Turín procedentes de la colección Giuseppe Iannaccone de Milán y las capitolinas de los Museos Villa Torlonia y de la Casa Museo Alberto Moravia. La idea es responder a la pregunta de si realmente podemos hablar de un expresionismo italiano. Para ello, la exposición se dividió geográficamente en tres: Roma, Turín y Milán.
Respectivamente: la Escuela de via Cavour, los Seis de Turín, la Corriente de Vida Juvenil. Un archipiélago de experiencias unidas por la mirada a otras formas de arte. Y haber encontrado una visión común que bien resume la cita de Arnaldo Babodi en la inauguración de la exposición: "La deformación es un principio fundamental del arte".
"Ya en los años 1920 existía la fotografía -explica una de las comisarias, Daniela Vasta- pero estos artistas siguen un camino alternativo, deformando la forma y el color". Una "deformación" que representa la manera subjetiva de mirar la realidad del artista, pero que al mismo tiempo permitió a los expresionistas italianos "contar una historia increíblemente veraz de Italia en una época en la que el arte libre no era posible", afirma el comisario de la colección Iannaccone, Daniele Fenaroli.
Una idea evidente desde la obra que abre la exposición al entrar. Se trata de "El cardenal decano" de Gino Bonichi, alias Scipione: el cardenal se encuentra en una atmósfera apocalíptica, rodeado de los símbolos del poder eclesiástico. El rostro del propio Scipione en su autorretrato, que aparece junto al del cardenal Vannutelli, y también está deformado.
Y ni siquiera los colores de la Roma de Antonietta Raphaël son realistas, ya que ella lleva el recuerdo de Lituania en los azules, verdes y amarillos de sus cuadros.
Reglas que también se aplican a las pinceladas de Fausto Pirandello, con sus cuerpos llenos de color en "Composición (Siesta Rustica)", en las líneas que han desaparecido y son sustituidas por las pinceladas flotantes de Carlo Levi. Y que se encuentra en el "rojo del trabajador" -como lo definió Pier Paolo Pasolini- de Renato Guttuso, especialmente en los tres retratos que hace de sí mismo, Mario Alicata y Antonino Santangelo.
Finalmente, domina la última sala la "Batalla de los Tres Caballeros" de Aligi Sassu, una escena mitológica que el artista pintó tras su detención por motivos políticos, y en la que representa la inutilidad de la guerra.
Además de la exposición, el GAM acogerá hasta el 3 de noviembre "À jour", un proyecto de la artista Laura VdB (Van der Bol) Facchini. Se trata de una instalación que envolverá el edificio de la galería, que se encuentra en el antiguo convento de las Carmelitas Descalzas en San Giuseppe a Capo le Case, desde la fachada hasta el claustro. Una especie de gran tapiz tridimensional compuesto por el bordado de tiras de polietileno blanco y transparente, hiladas, trabajadas y entrelazadas.
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