Su nombre es Regina Stella La Morticella y lleva el traje desde que tenía desde los dieciocho años.
Y las matriarcas del pueblo junto al lago de montaña en forma de corazón, entre las montañas del Parque Nacional de Abruzzo, Lazio y Molise, reciben el sobrenombre de "reinas", ya que solían permanecer solas con sus hijos durante los duros inviernos mientras los hombres partían hacia la trashumancia en Apulia, mientas ellas trabajaban duramente sin renunciar nunca a vestir el traje tradicional, que pesaba entre 12 y 15 kilos.
Sus vecinos, grandes y pequeños, la rodearon hoy para celebrar el hito, hasta última hora de la tarde, en la antigua plaza Istofumo, dominada por su balcón histórico, donde decenas de ilustres fotógrafos han ido a lo largo de los años para robarle una foto cuando apareció con el traje típico de diario: pañuelo en la cabeza, suéter negro de lana con cuello en V y colgante típico de Abruzzo de la "presentosa" siempre a la vista, voluminosa falda plisada cubierta con una "mantera" más colorida, una especie de elegante delantal a modo de sobretodo.
"Era una gran ama de casa y una madre típica de Scanno, por lo tanto muy presente y un poco severa - dijo a ANSA Antonio Di Cesare, uno de sus tres hijos -. Cuando mi padre Berardino estaba enfermo, en cama por la silicosis, contrajo una enfermedad debido a los ocho años pasados ;;en la mina de Bolzano, la madre siempre le decía 'estoy peor que tú'. Luego, en su lecho de muerte, el padre finalmente le respondió algo, y fue conciso: 'Berardino parte y Regina se queda'".
Y Regina hizo gala hoy de toda su claridad y fuerza, al frente de las celebraciones, recitando en voz alta toda la misa, anticipándose incluso a los versos de don Luigi, párroco del pueblo.
Cuando le preguntaron cuál es el secreto para llegar a los 100 años, Regina respondió en dialecto "te l'ada' veda' tu chelle ch'ada' faje", es decir: "a ti te toca ver cómo tienes que hacerlo".
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