Unos 80 argentinos de variada formación y circunstancias, cada semana, guiados por el escritor Carlos Gamerro, transitan Infierno, Purgatorio y Paraíso con lecturas exhaustivas de la "Divina comedia", en un espacio mágico de Buenos Aires, un edificio que honra a Dante Alighieri y su obra y que este año cumple su primer centenario.
"Se trata de un libro que no es solo para leer, sino que también nos lee a nosotros mismos", señala a ANSA Gamerro, escritor y crítico literario, que incursionó en novela, cuento, teatro y ensayo y tradujo al español a William Shakespeare, Wystan Hugh Auden y Harold Bloom, entre otros.
"Tiene una cercanía con la actualidad mundial, un desarrollo sobre los cuerpos virtuales, la inteligencia artificial, el metaverso, podría trasladarse al universo de la ciencia ficción", subraya sobre la atemporalidad de "Divina Comedia", escrita en el siglo XIV.
Desde hace 30 años, Gamerro dicta estos cursos en los que se recorren grandes obras y autores universales. "Comenzaron como una forma de ganarme la vida, han ido creciendo y fui dejando otras tareas y trabajos. Me sirven para proyectos de escritura, me pone en contacto con los lectores en un espacio que no es el aula", apunta.
Laura, una socióloga que dispone ahora de tiempo libre y por eso puede enredarse en el curso, señala que Dante potenció su "amor por la literatura". Patricia, ingeniera de sistemas, confiesa que logra salir de esos esquemas estructurados, y vive la magna obra italiana como "un viaje".
Para Celia, una arquitecta abocada a la iluminación, "La Divina comedia" tiene "tremenda actualidad" e invita a reflexionar "sobre poder", especialmente en la Argentina alocada de este año de presidenciales. Pablo también subraya "esos vínculos con el poder" que recorre Alighieri.
Victoria, una abogada participante del curso, subraya que Gamerro "hace sencilla la complejidad de Dante" y destaca la generosidad cultural" del escritor que "no se guarda nada" de sus saberes y que "todo lo comparte". Una mirada coincidente entre todos los asistentes.
Pero, encima, estas tertulias literarias transcurren -con café, vino o gin tonic en los recreos- en deslumbrante Palacio Barolo, un edificio construido en pleno centro de Buenos Aires con la finalidad de albergar los restos mortales de Dante.
Esa era la idea nunca concretada de Luis Barolo -exitoso productor agropecuario piamontés- en 1919, quien convocó para el proyecto al arquitecto milanés Mario Palanti, que inauguró en 1923 el edificio más alto de la capital argentina en ese entonces.
Gamerro tiene su oficina en esa bellísima construcción -"art nouveau" aunque con detalles góticos y neorrománticos-, donde hay innumerables referencias a la "Divina comedia". Dividido en tres partes, como el poema (Infierno, Purgatorio y Paraíso), el edificio posee un faro que, representa al Empíreo, la presencia misma de Dios, en clave de Dante. Además, 22 son los pisos, al igual que las estrofas de los versos de la Comedia, entre numerosos simbolismos.
Así, el texto identificatorio de la lengua italiana reverdecer y adquiere nuevas significaciones en un grupo de argentinos, que a miles de kilómetros de Italia, y en un escenario emblemático discurren la pluma de Dante de la mano de un reputado escritor y volverán a hacerlo seguramente una y otra vez cuando todo acabe.
Como sentencia la experta argentina en Dante Claudia Fernández -cuya traducción es la que utiliza Gamerro- con la "Divina comedia" no hay cierre: "Cuando uno termina el Paraíso, tiene que empezar a leer de nuevo. Es un libro tan sistemático, tan perfecto en su cierre, que en realidad se entiende el Infierno después de leer el Paraíso".
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