"La obra avanza a buen ritmo, lo que permite confiar en una reapertura a fines de 2024, en conformidad con el objetivo fijado por el presidente de la República (Emmanuel Macron, ndr) la noche del incendio", declaró a la prensa el gabinete de la ministra francesa de Cultura, Rima Abdul Malak.
Ya en octubre el neo rector de la catedral, monseñor Olivier Ribadeau-Dumas como el general que dirige la obra, Jean-Louis Georgelin, habían sugerido una reapertura para el 8 de diciembre de 2024. Fiesta de la Inmaculada Concepción.
Contrariamente a lo auspiciado en un primer tiempo, los turistas esperados en París para los Juegos Olímpicos de julio de 2024 no podrán visitar la catedral.
Pero la célebre aguja proyectada en el '800 por el arquitecto Eugène Viollet-Le-Duc que se derrumbó en el incendio, debería, en cambio, "volver a resaltar en el cielo de París a fines de este año", anuncian los responsables de la obra. Luego de un largo debate entre partidarios y detractores, la aguja será reconstruida idéntica a la precedente, culminando a 96 metros de altura con el popular relicario en forma de gallo.
Para construir la aguja, serán usados los mismos materiales de ese tiempo, madera de roble para la estructura (500 toneladas) y plomo para la cobertura y las decoraciones (250 toneladas). Y justamente el plomo preocupa hoy a los trabajadores.
La Unión Europea prevé limitar la utilización visto los riesgos para la salud. Un problema sobre el cual la ministra Abdul Malak quiere tranquilizar. Interviniendo el miércoles pasado en la Asamblea Nacional, la responsable gubernamental dijo que sobre este punto Francia están en "plena tratativa" con la Comisión Europea y ha "redactado un argumento acerca de la importancia del plomo en las tareas del patrimonio".
"La obra respeta la regulación francesa que está entre las más exigentes a nivel europeo en lo concerniente al plomo", aseguran los servicios de la ministra.
A tres año del siniestro que conmocionó a Europa, la catedral gótica está encontrando progresivamente la belleza de un tiempo, gracias al ejército de operarios, artesanos, restauradores y restauradoras, también italianas, al trabajo sin respiro para limpiarla y rehabilitarla.
Antes de la catástrofe la catedral recibía anualmente a 12 millones de visitantes, 2.400 prestaciones religiosas y 150 conciertos.
La obra puede contar con un impulso solidario sin precedentes, con donaciones de todo el mundo por un total de 844 millones de euros. En cuanto a la futura organización de los espacios, el arzobispo de París, Laurent Ullrich, auspicia "un recorrido pedagógico y espiritual" que no sea "equivalente a un museo" sino que "esgrima alguna cosa del misterio del Hombre y del misterio de Dios", dice al ser entrevistado por la revista 'La Fabrique de Notre-Dame'.
El equipamiento externo fue confiado al paisajista belga Bas Smets, que prevé reverdecer la zona alrededor de la catedral.
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