El análisis de las cenizas aún atrapadas en los núcleos de hielo extraídos de Groenlandia muestra que el verdadero culpable fue el volcán Zavaritskii en la remota isla deshabitada de Simushir en el Pacífico (disputada entre Rusia y Japón), mientras que el volcán que dio origen a la isla Ferdinandea frente a las costas de Sicilia ha sido exonerado.
El estudio, dirigido por la Universidad de St. Andrew en el Reino Unido, se publica en la revista de la Academia Estadounidense de Ciencias (PNAS).
La erupción de 1831 ha sido un enigma para los estudiosos durante mucho tiempo. Su ubicación exacta fue extensamente debatida, mientras que las únicas certezas se referían a las graves consecuencias de ese evento: los gases sulfurosos emitidos a la atmósfera oscurecieron el cielo y enfriaron la temperatura global, provocando hambrunas y revueltas sociales, especialmente en India y Japón.
Los efectos de la erupción también se sintieron en Europa, donde incluso el compositor Felix Mendelssohn, durante un viaje de verano a los Alpes, escribió: "Un tiempo desolador, ha vuelto a llover toda la noche y toda la mañana, hace tanto frío como en invierno, ya hay nieve profunda en las colinas más cercanas...".
El avance de la investigación se produjo con el reciente desarrollo de técnicas para "extraer fragmentos microscópicos de ceniza de los núcleos de hielo polar y realizar análisis químicos detallados sobre ellos: estos fragmentos son muy pequeños, alrededor de una décima parte del diámetro de un cabello humano", señaló el primer autor del estudio, Will Hutchison.
"Analizamos la química del hielo con una resolución temporal muy alta. Esto nos permitió determinar el momento preciso de la erupción en la primavera-verano de 1831, confirmar que era altamente explosiva y luego extraer los pequeños fragmentos de ceniza. Encontrar la correspondencia requirió mucho tiempo y una extensa colaboración con colegas de Japón y Rusia, que nos enviaron muestras recolectadas hace décadas de los volcanes de las Islas Kuriles en el Océano Pacífico", explicó.
"Cuando analizamos y comparamos las dos cenizas en el laboratorio, una del volcán y otra del núcleo de hielo, fue un verdadero momento de iluminación", sostuvo.
Estudiar erupciones similares es fundamental para mapear y monitorear las regiones del planeta donde el riesgo de erupciones que puedan alterar el clima es mayor.
"Hay tantos volcanes como este -señaló Hutchison- que será difícil predecir cuándo o dónde podría ocurrir la próxima gran erupción. Como científicos y como sociedad, debemos considerar cómo coordinar una respuesta internacional cuando ocurra".
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