La cita es para la tarde del lunes 19 de agosto.
"A las 20.26 horas del 19 de agosto, la Luna estará llena, unas 35 horas antes de su paso al perigeo, o sea a la distancia mínima de la Tierra, a 360.198 kilómetros de nosotros, frente a una distancia media de poco más de 384.000 kilómetros", observa el el astrofísico Gianluca Masi, director científico del Proyecto Telescopio Virtual.
Entonces la Luna estará un poco más cerca y aparecerá más brillante y un poco más grande de lo habitual.
"Esta superposición entre la Luna llena y el paso al perigeo se conoce ahora popularmente como Superluna.
Un término -
destaca Masi - que en sí mismo no tiene valor científico: en
astronomía preferimos hablar de Luna Llena en el Perigeo, pero
sin duda que el nombre Superluna tiene un encanto propio".
La superluna del 19 de agosto "parecerá alrededor de un 6%
más grande y un poco más brillante que el promedio, pero tal vez
sólo un observador experto podría darse cuenta de esto", afirma
el astrofísico.
De hecho, continúa, "se trata de variaciones nada
sensacionales, pero que sin embargo añaden encanto al evento,
una oportunidad preciosa para admirar nuestro satélite natural
en el contexto del cielo nocturno, un paisaje cada vez más
descuidado y olvidado".
Una gran ilusión óptica debido a la forma en que nuestro
cerebro interpreta la distancia y el tamaño y que se repite
periódicamente.
Este año volverá a suceder el 17 de septiembre,
el 17 de octubre con la Luna llena más cercana de 2024 y el 15
de noviembre.
"Dado que la duración del ciclo lunar es de aproximadamente
29 días y medio, es decir, poco menos de un mes, en una estación
hay por término medio tres lunas llenas, pero a veces hay
espacio para una cuarta", observa Masi.
Cuando esto sucede, la tercera Luna llena de las cuatro se
denomina "Luna Azul", término que en la tradición anglosajona
representa un acontecimiento no precisamente frecuente. La
última Luna Azul estacional se remonta a 2021, la próxima se
espera para 2027.
El momento ideal para admirar la Superluna es cuando sale,
es decir, al atardecer o también al amanecer.
"Durante el crepúsculo - observa el astrofísico - la luz
solar residual permite admirar el paisaje terrestre, mientras la
Luna llena sale o cae en el horizonte".
Durante la noche, continúa, "su luz es muy intensa, casi
deslumbrante, en comparación con la luz muy discreta del
panorama".
La sensación es que su disco es más grande, "pero es sólo
una ilusión óptica, debida precisamente - señala Masi - a la
presencia en el campo visual de términos de comparación, tomados
del entorno".
Sin duda, concluye, "lo que ofrece la Superluna es una
oportunidad preciosa para invitar a recuperar, en general, la
conciencia del paisaje celeste entre el gran público, incluso en
la ciudad, notoriamente desfavorable para la visión de las
estrellas debido a la contaminación lumínica".
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