La extraordinaria e inestimable colección, que incluye también un esqueleto completo de hadrosaurio, huevo de dinosaurio y una amonita de 20 centímetros, estaba camuflada en el interior de moldes de yeso.
En una ceremonia de restitución de las reliquias al Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia de Buenos Aires, el director general de Aduanas, Guillermo Michel, lo definió como "el más grande secuestro de bienes culturales de la historia argentina".
La expedición clandestina figuraba a nombre de Julián Corsolini, director del Museo del Lago Gutiérrez, próximo a la famosa localidad patagónica de Bariloche, una región que posee una inmensa y en gran parte aún inexplorada reserva de fósiles.
Corsolini fue enviado a juicio por "exportación ilegal de piezas pertenecientes al patrimonio arqueológico y paleontológico argentino, protegido por la ley nacional 25723 y la ley provincial 3041".
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