El balance de la explosión en la central eléctrica de Bargi en el lago Suviana, en la zona de Bolonia, norte de Italia, es aún más sombrío. Después de 48 horas de búsqueda, el número de víctimas confirmadas asciende a seis y queda un desaparecido, pero se teme lo peor.
Por la mañana fueron identificados dos de los cuatro técnicos aún desaparecidos, cuyos cadáveres fueron encontrados en el piso 9.
Van a sumarse lamentablemente a Vincenzo Franchina, de 36 años, de Sinagra, en la zona de Messina, de Pavel Petronel Tanase, de 45 años, nacido en Rumanía, de Settimo Torinese, y de Mario Pisani, de 73 años, nacido en Tarento y residente en San Marzano di San Giuseppe.
La cuarta víctima es Adriano Scandellari, de 57 años, nacido en Padua y residente en Ponte San Nicolo, trabajador especializado de Enel Green Power en la función O&M Hydro que recientemente recibió la estrella al mérito por su trabajo por parte del jefe de Estado, Sergio Mattarella.
El quinto es Paolo Casiraghi, de 59 años, de Milán, técnico de la Abb.
Por la tarde, se encontró el cuerpo de Alessandro D'Andrea, de 37 años, técnico especializado originario de Forcoli, localidad de la provincia de Pisa, donde vivió hasta hace tres años antes de trasladarse a Lombardía, junto con su pareja, también originaria de la provincia de Pisa, para trabajar para Voith en Cinisello Balsamo (Milán).
Queda aún un trabajador por recuperar. El hallazgo de los dos primeros desaparecidos se confirmó a los pocos minutos, justo cuando el jefe de Protección Civil Nacional, Fabrizio Curcio, con las demás instituciones, ofrecía una rueda de prensa para hacer balance de la situación y de las incesantes búsquedas realizadas desde los primeros momentos de la tragedia que se está produciendo en los Apeninos boloñeses.
Los cadáveres de la cuarta y quinta víctima fueron recuperados en la planta -9, uno de los pisos inundados tras la explosión: la muerte, según explicó el comandante provincial del Cuerpo de Bomberos, Calogero Turturici, "probablemente les sorprendió mientras escapaban, ya que los cuerpos se encontraron en la vía de evacuación".
Un intento desesperado, pero la deflagración, el humo y el derrumbe no les dejaron ninguna posibilidad. El esfuerzo y el compromiso de todas las fuerzas sobre el terreno es enorme. El escenario recuerda a los socorristas las actividades de búsqueda y salvamento llevadas a cabo con el Costa Concordia: el ambiente es difícil, la visibilidad es prácticamente nula, operan al tacto y evidentemente no se prestan a las actividades de búsqueda que continúan hasta el final.
Las búsquedas también se llevan a cabo con robots guiados por cables desde la superficie, según explicó Giuseppe Petrone, jefe de los buzos de los bomberos. También porque, explicó el teniente Duilio Lenzini, del centro submarino Carabinieri de Génova, para la investigación, "el problema es la contaminación del agua.
Principalmente, la noche del miércoles se dedicó a recuperar una capa de agua que invade las habitaciones donde se produjo la explosión: en particular, los aceites e hidrocarburos presentes en la superficie fueron removidos casi totalmente.
Varios buzos se sumergieron y una pareja a la vez desciende: la dificultad se debe a la visibilidad reducida y a la presencia de piezas procedentes del derrumbe relacionado con la explosión".
En Bolonia, la Fiscalía abrió un expediente por desastre y homicidio y ahora pretende arrojar luz sobre la cadena de las subcontrataciones.
Hoy miles de personas salieron a las calles con motivo de la huelga general nacional promovida por la CGIL y la UIL (las más grandes centrales obreras), en Emilia-Romaña, tras los acontecimientos de Suviana la protesta duró ocho horas y no cuatro.
El estado de cuatro de los cinco técnicos heridos en la central hidroeléctrica y hospitalizados en Bolonia, Cesena, Pisa y Parma sigue siendo estable: todos presentan quemaduras sufridas por la explosión. El que fue dado de alta del "Bufalini" con un pronóstico de 30 días por quemaduras en las manos, fue Nicolás Bernardini, de 25 años.
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