Por Enrica Battifoglia
(ANSA) - ROMA 7 ENE - Investigadores hallaron una proteína
reparadora del corazón en el pez cebra, uno de los animales más
estudiados por los genetistas, que despierta los genes que
regeneran el tejido muscular cardíaco dañado, que en condiciones
normales se encuentran en estado latente, como dormidos.
Pruebas realizadas en ratones en los Países Bajos, por el
grupo del Instituto Hubrecht dirigido por Jeroen Bakkers,
muestran que los resultados son positivos y no se observaron
efectos negativos, como el agrandamiento del corazón. Los datos
se publican en la revista Nature Cardiovascular Research.
A diferencia de los humanos, en los que no se regeneran las
células cardiacas, el pez cebra es capaz de recuperarlas por
completo en 60 días, y haber descubierto el mecanismo que lo
permite promete tener también importantes implicaciones para la
salud humana.
"Estudiando el pez cebra y comparándolo con otras especies,
podemos descubrir los mecanismos de la regeneración cardiaca.
Esto podría conducir a terapias para prevenir la insuficiencia
cardiaca en humanos", señala Bakkers.
La proteína, llamada Hmga1, era conocida hasta ahora por su
papel en el desarrollo embrionario, pero en las células adultas
de los humanos ya no funciona.
La Hmga1 actúa como una especie de despertador molecular
porque desbloquea la cromatina, la sustancia que hace que el ADN
se pliegue en un paquete compacto. Cuando la proteína entra en
acción, el paquete se despliega y los genes vuelven a la
actividad.
En el corazón humano, como en el de los ratones adultos, la
proteína Hmga1 no se produce tras un infarto, pero el gen que la
controla sí está presente.
En la investigación, realizada en ratones y cuya primera
autora es Mara Bouwman, se aplicó la proteína al corazón dañado
y se estimuló la regeneración de las células musculares
cardiacas.
Esto, señala Bakkers, "sienta las bases para terapias
génicas que podrían liberar el potencial regenerativo del
corazón en humanos". Aunque se ha abierto esta importante vía,
aún queda mucho trabajo por hacer.
"Tenemos que seguir perfeccionando y probando la terapia
antes de poder llevarla a la clínica, señala. El siguiente paso
"será comprobar si la proteína también funciona en células de
músculo cardiaco humano cultivadas", concluye el investigador.
(ANSA).