Por Yasmin Inangiray
(ANSA) - ROMA 5 ENE - Cinco horas. Eso es lo que duró el
vuelo sorpresa de la premier italiana, Giorgia Meloni, a Estados
Unidos. Destino: Mar-A-Lago, la residencia privada de Donald
Trump en West Palm Beach.
Sin comentarios oficiales, salvo una foto difundida en las
redes sociales en la que se ve a la primera ministra sonriendo
con The Donald y la inscripción: "Hermosa velada, le agradezco
la bienvenida. Listo para trabajar juntos".
Un posteo que suena a respuesta a las palabras de elogio que
había empleado Trump, llamándola -según recoge el diario Wall
Street Journal- "una mujer fantástica" que "realmente tomó
Europa por asalto".
Una reserva sobre el resultado de la reunión que se deriva
de la delicadeza de los temas tratados: Ucrania, Medio Oriente,
impuestos, Starlink. Pero sobre todo el que probablemente
inspiró el más espinoso y urgente, que llevó a Meloni -según
informaciones del diario New York Times- a abandonar un enfoque
diplomático y "presionar agresivamente" para que el expediente
estuviera en lo más alto de la mesa del magnate: la detención de
Cecilia Sala en la cárcel de Teherán.
El asunto de la periodista italiana, de hecho, está
entrelazado con el del
del iraní Mohammad Abedini Najafabadi, actualmente en Milán en
la cárcel de Opera sobre el que pesa una orden de detención
estadounidense y para el que Estados Unidos solicita su
extradición.
Que una reunión entre el primer ministro y el presidente
electo estaba en el aire era un hecho conocido.
La fecha oficial marcada en rojo, sin embargo, era el 20 de
enero, el día de la toma de posesión de Trump en Washington. Una
ceremonia a la que la primera ministra fue personalmente
invitada por el magnate.
Para complicar la agenda de Meloni (pero incluso aquí se
está en el terreno de las hipótesis dado el secretismo con el
que está blindada la visita en suelo estadounidense) puede
haberse visto afectada por la decisión de los jueces del
Tribunal de Apelación de Milán de fijar ya el 15 de enero la
audiencia para la decisión sobre el arresto domiciliario de
Najafabadi.
A esto hay que añadir que la próxima semana llegarán a Roma
Joe Biden para reunirse con el Papa. Además del Pontífice, el
presidente saliente de Estados Unidos verá al mandatario
italiano, Sergio Mattarella, y a la propia Meloni. Y también con
Biden, seguramente el "caso" Sala será sin duda uno de los temas
de la agenda, pero está claro que el inquilino saliente de la
Casa Blanca ya no se considera el principal interlocutor con
quien tratar el dossier.
De ahí la necesidad de acortar los tiempos que llevaron a la
visita relámpago en Florida. El "invitado de piedra" del viaje a
Mar-A-Lago es Elon Musk.
El propietario de Tesla nunca aparece junto a Meloni y
Trump, pero de los posteos sobre la red social X es evidente al
papel clave que tuvo en la organización del cara a cara.
Con el presidente electo de Estados Unidos y la premier
italiana (acompañada por embajadora en ese país, Mariangela
Zappia) se encontraban varios representantes de la futura
administración estadounidense: el futuro secretario de Estado
Marco Rubio (que definió a Meloni como "un gran aliado y una
fuerte "líder") y el futuro secretario del Tesoro, Scott
Bessent, el próximo asesor de seguridad nacional Mike Waltz y el
que será el nuevo embajador de Estados Unidos en Italia, Tilman
Fertitta.
Una formación que fotografía la importancia reservada a la
huésped italiana y que -según informó el New York Times- marca
una voluntad de "reforzar las esperanzas de los partidarios de
Meloni de que la premier conservadora italiana se convierta en
el aliado preferido de Trump en Europa". Mediando, explicó el
diario estadounidense, "las tensiones entre otros líderes
europeos y Trump".
En la residencia del sucesor de Biden también había
numerosos partidarios (como el exalcalde de Nueva York, Rudy
Giuliani) invitados a la proyección de un documental ("The
Eastman Dilemma: Lawfare or Justice") centrado en los
llamamientos en las elecciones de 2020 (cuando Trump denunció un
fraude masivo) centrándose en los esfuerzos del abogado John
Eastman. (ANSA).