Por Elisa Buson
(ANSA) - ROMA 5 ENE - El misterio de la gigantesca erupción
volcánica que conmocionó el clima global en 1831, bajando un
grado la temperatura en el hemisferio norte y provocando graves
hambrunas, ha quedado resuelto después de casi dos siglos.
El análisis de las cenizas aún atrapadas en los núcleos de
hielo extraídos de Groenlandia muestra que el verdadero culpable
fue el volcán Zavaritskii en la remota isla deshabitada de
Simushir en el Pacífico (disputada entre Rusia y Japón),
mientras que el volcán que dio origen a la isla Ferdinandea
frente a las costas de Sicilia ha sido exonerado.
El estudio, dirigido por la Universidad de St. Andrew en el
Reino Unido, se publica en la revista de la Academia
Estadounidense de Ciencias (PNAS).
La erupción de 1831 ha sido un enigma para los estudiosos
durante mucho tiempo. Su ubicación exacta fue extensamente
debatida, mientras que las únicas certezas se referían a las
graves consecuencias de ese evento: los gases sulfurosos
emitidos a la atmósfera oscurecieron el cielo y enfriaron la
temperatura global, provocando hambrunas y revueltas sociales,
especialmente en India y Japón.
Los efectos de la erupción también se sintieron en Europa,
donde incluso el compositor Felix Mendelssohn, durante un viaje
de verano a los Alpes, escribió: "Un tiempo desolador, ha vuelto
a llover toda la noche y toda la mañana, hace tanto frío como en
invierno, ya hay nieve profunda en las colinas más cercanas...".
El avance de la investigación se produjo con el reciente
desarrollo de técnicas para "extraer fragmentos microscópicos de
ceniza de los núcleos de hielo polar y realizar análisis
químicos detallados sobre ellos: estos fragmentos son muy
pequeños, alrededor de una décima parte del diámetro de un
cabello humano", señaló el primer autor del estudio, Will
Hutchison.
"Analizamos la química del hielo con una resolución temporal
muy alta. Esto nos permitió determinar el momento preciso de la
erupción en la primavera-verano de 1831, confirmar que era
altamente explosiva y luego extraer los pequeños fragmentos de
ceniza. Encontrar la correspondencia requirió mucho tiempo y una
extensa colaboración con colegas de Japón y Rusia, que nos
enviaron muestras recolectadas hace décadas de los volcanes de
las Islas Kuriles en el Océano Pacífico", explicó.
"Cuando analizamos y comparamos las dos cenizas en el
laboratorio, una del volcán y otra del núcleo de hielo, fue un
verdadero momento de iluminación", sostuvo.
Estudiar erupciones similares es fundamental para mapear y
monitorear las regiones del planeta donde el riesgo de
erupciones que puedan alterar el clima es mayor.
"Hay tantos volcanes como este -señaló Hutchison- que será
difícil predecir cuándo o dónde podría ocurrir la próxima gran
erupción. Como científicos y como sociedad, debemos considerar
cómo coordinar una respuesta internacional cuando ocurra".
(ANSA).