Por Paolo Cappelleri
(ANSA) - ROMA 2 ENE - La suerte de la italiana Cecilia Sala
está cada vez más ligada a la de Mohammad Abedini, el iraní
detenido en Milán. Irán lo dejó claro con su embajador en Roma,
Mohammad Reza Sabouri, convocado por el secretario general de la
Cancillería italiana, Riccardo Guariglia, a raíz de la segunda,
y por ahora última, llamada telefónica de la periodista a sus
familiares.
La joven explicó que sus condiciones en "la prisión del
Mal" (la temible Evin), donde está encerrada desde el 19 de
diciembre, no han mejorado en nada: dos mantas como cama, ningún
colchón ni antifaz en la celda que tiene luz a pleno las 24
horas del día. Una noticia alarmante, para los familiares y para
el ejecutivo de Giorgia Meloni, que llevó a la oposición a pedir
compartir las iniciativas, e inmediatamente después al gobierno
a acelerar sus gestiones.
Primero, la convocatoria del embajador iraní, luego una
cumbre de emergencia en el Palazzo Chigi, donde al final Meloni
telefoneó al padre de la joven de veintinueve años y recibió a
su madre. La primera preocupación de Elisabetta Vernoni es que
las condiciones carcelarias "no afecten" a su hija de por vida.
Se espera "decisiones importantes y fuertes de Italia para
pensar en su regreso Italia". Su repatriación es una cuestión de
interés nacional, subrayan fuentes del ejecutivo al final de una
jornada de alta tensión.
La forma en que se maneje el asunto, otra de las
consideraciones, marcará la temperatura de las futuras
relaciones con Teherán. Mientras tanto, se mantendrá un alto
nivel de enfrentamiento con la República Islámica, que tras la
cumbre del Palazzo Chigi se le exige "un trato respetuoso de la
dignidad humana" para Sala, a la espera de su "liberación
inmediata".
Poco antes de que Meloni se reuniera en la mesa al
ministro de Asuntos Exteriores, Antonio Tajani, al ministro de
Justicia, Carlo Nordio, al subsecretario Alfredo Mantovano y al
asesor diplomático Fabrizio Saggio, la embajada de Teherán
publicó su reconstrucción de la reunión en la Farnesina. Una
nota afirma que Abedini (detenido en el aeropuerto milanés
Malpensa el 16 de diciembre a petición de Estados Unidos) está
"detenido bajo cargos falsos" y pide a Italia un trato recíproco
respecto al de Sala. Quien, según afirma Irán, está en prisión
por "violación de las leyes de la República Islámica" y "según
el enfoque islámico y sobre la base de consideraciones
humanitarias, teniendo en cuenta el aniversario recurrente del
nacimiento de Cristo y la proximidad del nuevo año cristiano "se
le proporcionaron todas las facilidades necesarias, incluido un
contacto telefónico repetido con sus seres queridos".
La respuesta formal también proviene de la cúpula del
Palacio Chigi respecto a Abedini: "A todos los presos se les
garantiza la igualdad de trato, respetando las leyes italianas y
los convenios internacionales". El trabajo diplomático, político
y de inteligencia seguirá entrelazado, en un delicado juego de
equilibrio, también con el aliado estadounidense.
La justicia estadounidense exige que Abedini, acusado de
conspiración y apoyo material al Cuerpo de la Guardia
Revolucionaria Islámica, permanezca en prisión, mientras su
abogado insiste en un arresto domiciliario. Esta última
solución, uno de los argumentos que se esgrimen en los círculos
políticos, facilitaría sin duda la liberación del periodista de
Foglio y Chora Media. El papel del Ministerio de Justicia
también se considera crucial en esta fase.
La UE también intervino a través de la Alta Representante
para la Política Exterior, Kaja Kallas, quien pidió la
"liberación inmediata" de la periodista italiana. (ANSA).