(ANSA) - ROMA 30 DIC - "Italia no tiene alternativa, no puede
extraditar a Mohammad Abedini (el iraní detenido en Milán, NDR)
y debe llegar a un acuerdo con Irán para liberar a Cecilia
(Sala). Es lo mejor que puede hacer ahora. Y ella solo tiene una
opción: resistir y ser fuerte".
Así lo dijo a ANSA Kylie Moore Gilbert, la jurista
australiana que estuvo encarcelada en Irán desde septiembre de
2018 hasta noviembre de 2020 acusada de espionaje. Recluida en
aislamiento en el sector 2A de la prisión de Evin, la misma
donde se encuentra recluida la periodista italiana Sala en
Teherán.
Moore Gilbert fue liberada después de que Tailandia dejara
en libertad a tres ciudadanos iraníes. "El intercambio de
prisioneros era, de hecho, la única opción en mi caso, pero
también en el caso del holandés Johann Floderus y el belga
Olivier Vandecasteele: los iraníes buscan personas de
determinadas nacionalidades porque tienen más valor, son más
útiles para presionar y tratar de conseguir lo que quieren. Me
pasó a mí, le pasó a Cecilia", desliza la jurista.
La australiana no oculta, sin embargo, que, aunque el
imperativo es "salvar a los ciudadanos y salvar a Cecilia",
ceder a la presión iraní significa "reforzar el régimen
autoritario de la República Islámica, cuyo consenso se ve
reforzado por esos resultados que se ven como éxitos políticos".
Además, dice, "se fomenta la diplomacia de rehenes, que
debería ser combatida por Occidente".
Moore Gilbert sabe cómo es el dantesco escenario de Evin.
Un infierno que tuvo que vivir durante mucho tiempo, aprendiendo
a tomar contramedidas para sobrevivir. "Han pasado más de seis
años desde mi detención en Evin y aún recuerdo cuando me
capturaron, me vendaron los ojos y me metieron en un coche entre
dos guardias", contó a ANSA.
"Cuando llegué a prisión me llevaron a la oficina del
magistrado. No me tradujo nada, no entendí nada, no entendí
farsi. Me colocaron en el Sector 2A de Evin, dirigido por la
Guardia Revolucionaria. Me quedé en shock y comencé a llorar
histéricamente. Me echaron de la oficina magistrado y me
encontré llorando en el pasillo en un banco, custodiada por un
guardia", prosiguió.
Evin, recordó, "son muros muy altos y alambres de púas y
el terror constante de preguntarse 'ahora qué me harán? Me
sentenciarán a muerte? ¨e matarán?'". De toda esta violencia y
miedo solo se puede salir permaneciendo firme, sin ceder nunca,
pero hay cosas que se comprenden más tarde: cuando estás ahí,
con la constante tortura psicológica, no tienes muchas opciones
y tienes que seguir adelante. Incluso si no tienes nada. Yo
decidí no hacerme más preguntas, no pensar en el pasado ni en el
futuro y concentrarme en el momento. Estaba viva, y elegí, por
ejemplo, abrazar la rutina de la prisión hasta el día
siguiente".
Son muchas las cosas que la australiana aprendió en dos años
de aislamiento. "Las primeras veces son las más duras porque te
presionan de todas formas, intentan debilitarte psicológicamente
para llevarte al límite durante los interrogatorios, pero tienes
que superarlo y salir con vida", afirmó.
"Por eso idealmente le digo a Cecilia que resista, que sea
fuerte, y ella descubrirá que es más fuerte de lo que podría
haber imaginado. De estas experiencias se sale mejor, más
consciente de sus propios límites y cualidades. Evin es el
infierno, pero uno también crece en ese infierno y, aunque uno
es prisionero, puedes elegir no ceder nunca: nunca hacer
confesiones falsas, nunca ceder a las presiones durante los
interrogatorios", graficó luego.
"Cecilia no está sola, su país se mantiene trabajando para
ella", completó. (ANSA).