(ANSA) - ROMA 29 DIC - El cardenal vicario de Roma,
Baldassare Reina, abrió la Puerta Santa de la Basílica de San
Juan de Letrán.
"Con gran alegría vivimos el gesto de la apertura de la
Puerta Santa en nuestra Basílica; con ella quisimos renovar la
profesión de fe en Cristo, Puerta de nuestra salvación,
confirmando nuestro compromiso de ser signo concreto de
esperanza para cada hermano y hermana, abriendo la puerta de
nuestro corazón con sentimientos de misericordia, bondad y
justicia", expresó el cardenal, en la homilía de la misa que
siguió a la apertura de la Puerta Santa.
"La celebración de hoy - afirmó - se inscribe en la fiesta
de la Sagrada Familia de Nazaret, modelo de toda comunidad
doméstica y espejo de la comunión trinitaria".
Y "la invitación que surge de esta celebración es a
reconocernos como familia de Dios, llamados a crecer en la
unidad y la caridad mutua y a sostener con la oración a todas
las familias, en particular a las que atraviesan dificultades y
sufrimientos. El gesto simbólico de algunas familias que
cruzaron la Puerta Santa, junto a los concelebrantes, representa
un testimonio elocuente de esta misión, que consideramos
particularmente urgente en nuestro tiempo", señaló.
Según Reina, "la Puerta Santa por la que atravesamos evoca
ese gesto cotidiano que hacemos al cruzar el umbral de nuestros
hogares. Esta puerta, ahora abierta de par en par, nos ha
introducido no sólo en la casa del Señor, sino en lo más
profundo de su corazón".
Comentando la parábola evangélica del Padre misericordioso,
el cardenal vicario añadió que "hoy, al atravesar esta Puerta
que son los brazos del Padre, nuestro pensamiento se dirige con
particular compasión a aquellos que, como el hijo menor de la
parábola, se sienten distantes e indignos y a aquellos que, como
el hijo mayor, llevan en el corazón el peso de una profunda
amargura y ya no se sienten hijos amados".
"Pensamos en los enfermos, en los presos, en los marcados
por el dolor, la soledad, la pobreza, el fracaso; a quienes han
dejado caer los brazos por desánimo o falta de sentido; a los
que no tienen esperanza; a quienes han dejado de buscar los
brazos del Padre porque están encerrados en sí mismos o en la
seguridad de las cosas del mundo", dijo.
"En este mundo desgarrado por las guerras, las discordias y
las desigualdades, extendamos los brazos a todos - concluyó el
cardenal Reina -; hagamos que a través de nuestros brazos
abiertos llegue un reflejo del amor de Dios. No nos salvaremos
nosotros mismos, sino como familia: es la fraternidad lo que
debemos cultivar hasta el máximo de nuestras fuerzas!". (ANSA).