(ANSA) - ROMA, 27 DIC - La prisión de Evin, situada al norte
de Teherán, donde se encuentra en régimen de aislamiento la
periodista Cecilia Sala, es uno de los símbolos más conocidos de
la represión política en Irán.
Construida en 1972 durante el régimen del sha Mohammad Reza
Pahlavi, fue concebida inicialmente como centro de detención de
presos políticos. Tras la Revolución Islámica de 1979, Evin se
convirtió en la principal cárcel de disidentes, periodistas,
activistas y miembros de minorías étnicas y religiosas.
Según las organizaciones de derechos humanos, la prisión,
que alberga a unos 15.000 reclusos, se caracteriza por el
hacinamiento y las deficiencias sanitarias.
Numerosas ONG, entre ellas Amnistía Internacional, han
denunciado el uso sistemático de la tortura, las ejecuciones
sumarias y la falta de acceso de los presos a la atención
médica. Los testimonios hablan de celdas superpobladas, zonas de
aislamiento y un estricto control por parte de las autoridades.
Evin también ha adquirido notoriedad internacional por la
detención de personas con doble nacionalidad, a menudo acusadas
de espionaje, y por el trato dispensado a personalidades como
abogados, activistas de los derechos de la mujer e
intelectuales.
El centro ha recibido el sobrenombre de "Universidad de
Evin" debido al elevado número de estudiantes y académicos
encarcelados.
Entre los sucesos más trágicos relacionados con Evin se
encuentra la masacre de 1988, en la que miles de presos
políticos fueron ejecutados sumariamente.
Más recientemente, en 2022, un incendio en el interior de la
prisión, que estalló durante unas protestas antigubernamentales,
se cobró varias vidas (al menos ocho, pero la cifra sigue siendo
incierta) e hirió a decenas de personas, lo que volvió a situar
a Evin en el punto de mira internacional.
También en 2022, la bloguera italiana Alessia Piperno fue
encarcelada allí durante 45 días. (ANSA).