Por Yasmin Inangiray
(ANSA) - ROMA 22 NOV - El gobierno italiano estudiaba debatir
en la mesa del G7 el fallo de la Corte Penal Internacional (CPI)
sobre el arresto del premier israelí, Benjamín Netanyahu, así
como intentar acordar una línea común junto con los aliados.
En las mismas horas en las que cuatro soldados italianos
resultaron heridos en la base de Unifil en el Líbano, tras el
lanzamiento de un misil por parte de Hezbolá, el gobierno, en
efecto, intentaba gestionar la cuestión de la decisión de La
Haya sobre el líder israelí -y sobre su exministro de Defensa
Yoav Gallant- e involucrar a los socios europeos y a Occidente.
Esa decisión es la que Giorgia Meloni le confía al
canciller italiano, Antonio Tajani, (que entre otras cosas
reivindica el papel del Palazzo Chigi y de la Farnesina en estos
temas) después de las divisiones surgidas en el Ejecutivo que
ciertamente no le agradaron, al contrario.
La huida de los ministros irrita al Palacio Chigi, que, sin
embargo, quisiera que el Gobierno se expresara con una sola voz
en los expedientes delicados.
Por eso, ante una sucesión de declaraciones, la premier, de
cara a la cumbre mayoritaria convocada para el lunes, decidió
poner en blanco y negro sobre la que debe ser la línea de todo
el Gobierno.
La premisa es que es necesario seguir investigando la
sentencia del tribunal de La Haya para comprender los motivos
que, subraya, "siempre deben ser objetivos y no de carácter
político".
Pero "un punto sigue siendo firme para este gobierno: no
puede haber una equivalencia entre las responsabilidades del
Estado de Israel y las de la organización terrorista Hamás".
Una postura que también pretende silenciar las distinciones
y las voces generales del equipo.
A la posición prudente de Antonio Tajani se suma, de hecho,
la declaración más clara de Guido Crosetto.
El Ministro de Defensa, aún criticando la sentencia de la
CPI, añadió: "La sentencia debe ser respetada".
Pero, sobre todo, lo que importa es lo que dijo Matteo
Salvini.
El líder de la Liga es el que llegó más lejos, llegando
incluso a invitar al primer ministro israelí a Italia, dándole
una "bienvenida" porque, advirtió, "los criminales de guerra son
diferentes".
Palabras que pesan sobre la balanza internacional en
vísperas de la reunión de ministros de Asuntos Exteriores del G7
prevista en Fiuggi el lunes.
De hecho, no es casualidad (quizás incluso después de
contactos con Chigi) que el líder de la Liga intente suavizar el
tono pidiendo decisiones compartidas: "Encontraremos una
síntesis -confía Salvini-; el problema es a nivel
internacional".
Quien optó por no expresarse es la Santa Sede.
El Vaticano se basa en las lacónicas palabras del Secretario
de Estado Pietro Parolin: "Hemos tomado nota de lo sucedido,
pero lo que nos interesa es que se ponga fin a la guerra".
Mientras, las declaraciones de los ministros y de los
líderes de la mayoría terminaron bajo las críticas de la
oposición.
Pero las tensiones en materia de política exterior son sólo
el último punto añadido a una lista de cuestiones que Meloni
deberá resolver con los dos gobiernos aliados en la cumbre
prevista para el lunes 25, antes de la reunión del Consejo de
Ministros.
El "caso" Netanyahu será uno de los temas que los tres
líderes de centroderecha tendrán que discutir, pero igualmente
cruciales son las decisiones que se tomarán en el frente
interno.
La derrota en las elecciones regionales elevó el nivel del
conflicto y, en consecuencia, las peticiones de la Liga y de
Forza Italia de ser incluidos en la ley de presupuesto.
Oficialmente, reina la armonía entre los partidos
mayoritarios: "Nos reuniremos y resolveremos los problemas de la
mejor manera posible", es la convicción de Tajani, a la que se
hace eco el viceprimer ministro de la Liga Norte: "Estamos de
acuerdo en todo".
Pero el recorte del IRPEF, el impuesto fijo para los
asalariados y la reducción del canon de licencia de la RAI son
tres cuestiones sobre las que se está produciendo un verdadero
tira y afloja desde hace días. Y la falta de acuerdo ha
pospuesto la votación del decreto fiscal hasta la próxima
semana.
A las peticiones de las partes se suman los deseos de los
ministros. Una lista imposible de crear (dados los fondos
disponibles) sobre la que el primer ministro tendrá que decir
una palabra definitiva.
Sin embargo, la decisión sobre el sucesor de Raffaele Fitto
sigue en suspenso.
La idea de la premier parece ser la de mantener las
delegaciones en el Palacio Chigi hasta enero, evitando así la
sesión presupuestaria.
No hay prisa tampoco porque, según la mayoría, la próxima
semana también se espera la decisión de los jueces sobre si
enviar o no a juicio a la ministra de Turismo, Daniela
Santanche. (ANSA).