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ANSA/China: Ucrania y Gaza, Pekín busca protagonismo

Una movida para quitar iniciativa a Occidente.

Por Stefano Polli (ANSA) - ROMA, 24 LUG - China sale al campo y mueve su diplomacia en Ucrania y en el conflicto entre Israel y Hamás, para quitar protagonismo a Occidente. El canciller ucraniano, Dmitri Kuleba, está de visita en Pekín, donde Hamás y Fatah anunciaron un improbable acuerdo para el futuro de la Franja de Gaza, en un acontecimiento sorpresa que ha despertado la ira de Israel y el asombro de Europa y Estados Unidos.
    El golpe de Pekín, más allá de los resultados concretos inmediatos, desgraciadamente cercanos a cero, tiene un importante valor político y envía un mensaje preciso a Occidente.
    China quiere intentar liderar el diálogo para encontrar una solución negociada a las dos guerras que han alterado el equilibrio geopolítico en los dos últimos años. O, al menos, eso es lo que quiere hacer creer a una comunidad internacional cada vez más falta de puntos de referencia.
    En realidad, el movimiento de Xi forma parte de la construcción de una nueva dimensión de la postura internacional de Pekín.
    En primer lugar, el tejido de nuevas alianzas y relaciones para construir una alternativa al "sistema occidental" en un mundo que cada vez ve más enfrentados el frente de las democracias y el de las autocracias.
    En segundo lugar, China quiere dar una respuesta a las acusaciones de Occidente, que ha pedido claramente a Pekín que deje de ayudar política y militarmente a Rusia en la guerra de Ucrania mediante el comercio de productos de "doble uso" para los sectores civil y de defensa.
    De las cumbres del G7 en Italia y de la OTAN en Washington salieron señales muy claras.
    "China, como miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, debe cesar todo apoyo material y político a Rusia en la guerra contra Ucrania", afirmaron los aliados de la OTAN, que subrayaron que Pekín "sigue representando una amenaza para Europa y la seguridad".
    Idéntica fue la postura de los Siete Grandes, que precisaron que "el G7 ampliará el alcance de las sanciones para apuntar a empresas y bancos, incluidos los de China, que estén ayudando a Rusia a eludir las sanciones sobre bienes y tecnologías utilizados en la producción de armas".
    Las reuniones de Kuleba en Pekín sirven, en definitiva, para mostrar la cara pacífica de China y su búsqueda de desenredar una madeja especialmente enmarañada. Ya intentó en el pasado presentar una propuesta de paz de 12 puntos que fue devuelta al remitente por ser muy ambigua.
    Como ahora está claro para todos, Rusia no tiene intención de ceder los territorios conquistados e incluso, por increíble que parezca, exige una nueva retirada a los ucranianos que, a su vez -en busca de la "paz justa" que apoyan Estados Unidos y la UE-, quieren recuperar todos sus territorios.
    Es difícil hablar de paz sobre esta base. Sin embargo, la decisión de Kiev de intentar explorar la "vía china" hacia la paz podría abrir nuevas perspectivas, quizá con una nueva conferencia de paz y en un momento en el que ambos ejércitos parecen probados por una guerra sangrienta.
    Pero, francamente, el pesimismo de la razón, a estas alturas, parece imponerse claramente al optimismo de la voluntad.
    Aún más clamorosa es la cuestión relativa a Gaza. Aparte del sonoro paso atrás dado por Mahmoud Abbas, la propuesta patrocinada por Pekín no tiene ninguna posibilidad de llegar a buen puerto.
    Israel quiere destruir a Hamás y nadie en Occidente, y tampoco en varios Estados árabes, permitiría una situación de posguerra en Gaza con la presencia de la organización considerada terrorista por Washington y Bruselas.
    Por lo tanto, el movimiento de Pekín parece más un intento de expandir la influencia china para contrarrestar las apremiantes invitaciones de Occidente. Basta recordar la respuesta de Pekín a las peticiones del G7 y la OTAN: "China no tiene intención de aceptar ninguna sanción unilateral ilegal, la cooperación económica y comercial normal entre China y Rusia no se verá interrumpida por ningún tercero".
    El camino hacia un auténtico diálogo internacional por la paz parece aún muy lejano. (ANSA).
   

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