(ANSA) - LONDRES, 19 LUG - Vuelve a tomar forma la pesadilla
de un colapso informático global, con el trasfondo del crash
-uno de los más graves y difundidos jamás registrados- que
flageló en las últimas horas los sistemas digitales de medio
mundo, al provocar fallas, totales o parciales, de medios
vitales para la existencia colectiva -desde el tráfico aéreo a
los mercados, de los trenes a los bancos, de los medios a
algunos servicios médicos de varios países- alrededor de varios
continentes.
Esta vez no parece haber espacio para la sospecha de un
algún tipo de ciberataque. El caos resultó atribuible a
problemas técnicos que involucraron a Microsoft, el gigante
estadounidense digital ligado al nombre de Bill Gates y, en
particular, a un programa antivirus expedido por una empresa
proveedora.Y cuyas repercusiones generaron un generalizado
efecto cadena planetario extendido, a partir de la noche del
jueves y hasta buena parte de la jornada de hoy, en Estados
Unidos, Europa y otros lugares.
El origen de todo, al parecer, fue un doble catastrófico
disparador: el primero relativo a Microsoft Azure, "cloud" de la
casa Microsoft. El segundo, una actualización antivirus
equivocada puesta circular por una empresa de seguridad socia,
la Crowdstrike, en grado de desestabilizar millones de PC con
tecnología Microsoft. Diagnóstico certificado, entre otros, por
el oscurecimiento repentino de pantallas en numerosos
aeropuertos, suerte de parálisis conocida por los expertos con
el lúgubre nombre de síndrome Blue Screen of Death (pantalla
azul mortecina).
En cambio, el espectro de un bombardeo de hackers fue
rápidamente descartado: incluso por los organismos de vigilancia
de varios países, empezando por Francia, hasta que por la tarde
surgieron los primeros signos de recuperación, en un contexto
todavía plagado de una serie de perturbaciones mortales cuyas
consecuencias tardarán en resolverse y reabsorberse plenamente.
"CrowdStrike está cooperando activamente con los clientes
afectados por una falla encontrada en una única actualización de
contenido para hosts de Windows", escribió en X, George Kurtz,
director ejecutivo de la compañía, que actualmente tiene aún más
problemas que Microsoft.
"MAC y Linux no se vieron afectados", precisó, y confirmó
que, en base a elementos hasta el momento disponibles, "no se
trató de un incidente de seguridad o de un ciberataque", más
bien de "un problema enfrentado, identificado, aislado", y
respecto del cual fue finalmente distribuida "una corrección".
El mismo Kurtz se excusó públicamente en una entrevista a la Nbc
en la que se dijo "profundamente apenado".
El daño, incluso, se hizo sentir para horas y horas.
Severamente, entre los efectos peores o más visibles, aquellos
sufridos en los vuelos: con aeropuertos como el de Berlín
obligados a un temporal cierre total, y otros plagados de
problemas técnicos, cancelaciones en serie, retrasos e
inconvenientes para innumerables pasajeros desde Amsterdam a
Zurich, desde Singapur. a Hong Kong y hasta Sídney. O, en todo
caso, afectados como en un dominó por colas ligadas a los
problemas de otros (por ejemplo en las escalas británicas de
Londres, en varios aeropuertos de Francia, fuera de París, o en
Italia).
En Estados Unidos, la Federal Aviation Administration (FAA)
prefirió inicialmente imponer un stop por precaución a todos los
vuelos, dejándolos en tierra, con prescindencia del destino,
antes de anunciar la gradual reanudación de las operaciones
acompañada por un mensaje de disculpas a los pasajeros. Mientras
algunas compañías aéreas (como el coloso turco Turkish Airlines)
se vieron enfrentados a contratiempos específicos en sus
sistemas informáticos, en el contexto de una ola global de
problemas que, al menos en el sector de la aviación, parece
haberse salvado China, conforme un comunicado de Pekín.
Sin embargo, la avalancha maligna no se detuvo aquí. En el
Reino Unido, uno de los sectores más paralizados fue el de los
trenes, con el principal operador ferroviario de la isla
bloqueado durante varias horas. Y algo parecido se vio en
Polonia. En el ámbito financiero, las Bolsas de Londres y Milán,
entre otras, tuvieron que congelar la actualización de sus
respectivos índices antes de volver a la normalidad en horas de
la tarde. Asimismo, loperaciones bancarias de rodillas, desde
Ucrania hasta Kenia.
Y la programación de importantes holdings mediáticos como el
australiano ABC, el británica Sky News UK o el francés Canal+ no
se salvaron. Igualmente los servicios sanitarios como el NHS
británico (en particular en lo que se refiere a la reserva de
citas con médicos de familia, los llamados GP) y cadenas de
restaurantes o de gran distribución (de Australia, con servicios
de autoservicio desglosados, supermercados, hasta Japón, donde
la red local de comida rápida de la marca McDonald's sufrió
repetidas interrupciones).
Y sin olvidar el impacto en las operaciones digitales de
París 2024, la maquinaria organizativa de los Juegos Olímpicos
que arranca dentro de una semana: llegó a los servicios de
acreditación y distribución de uniformes antes del cese de la
alarma a media tarde. (ANSA).