Por Patrizia Antonini
(ANSA) - SAN PABLO, 13 MAG - En el estado brasileño de "Rio
Grande do Sul se vive un drama sin fin. Sigue lloviendo. El
nivel de los ríos no deja de subir, y mientras el balance de
muertos, ahora en 147, con 127 desaparecidos, sigue creciendo,
se prevé que el lago Guaíba pueda alcanzar un nivel récord, con
nuevas inundaciones en la capital, Porto Alegre.
El vicegobernador de la región, Gabriel Souza, visiblemente
afectado, sacude la cabeza frente a las cámaras de televisión.
La alerta es máxima por una nueva crecida en el Valle del
Taquari y en la Gran Porto Alegre.
El temor es principalmente por el llamado 'repique', un
rebote del nivel de las aguas, que podría llegar más allá de los
cinco metros y medio registrados en los últimos días.
Este lunes, a las 6 de la mañana, el Guaíba había vuelto a
alcanzar los 4,75 metros y nueve de los diez puntos monitoreados
por la Protección Civil están por encima del nivel de
desbordamiento.
Las inundaciones han afectado a 21 millones de personas en
447 ciudades, en un estado donde vive el 40% de descendientes
italianos, sobre todo venecianos, friulanos, lombardos y
calabreses.
"Ya no hay caminos para volver a casa", dice a ANSA un
habitante de Caxias do Sul, aterrizado en San Pablo al regresar
después de unas vacaciones en Padua.
En las últimas horas, una nueva creciente del río Caí ha
provocado el colapso del puente sobre el río entre los
municipios de Caxias do Sul y Nova Petrópolis.
Un desastre que se suma al parte de guerra de las
infraestructuras ya fuera de servicio: al menos 170. El riesgo
de deslizamientos es alto, mientras que en Caxias do Sul se
reportan movimientos del terreno.
Con 619.484 personas desplazadas y muchas más atrapadas en
hogares sin luz ni agua, la Cruz Roja ha lanzado un llamado de
ayuda. En el estado considerado el cuarto motor económico de
Brasil ahora falta de todo, empezando por agua potable y
provisiones alimenticias.
El país está completamente movilizado con donaciones y
rescates. La ayuda ya ha llegado también del extranjero, desde
Estados Unidos hasta Argentina, que ha enviado sus Cascos
Blancos, mientras que el presidente Lula ha pospuesto su
previsto viaje a Chile.
El jefe de Estado se ha quedado en el Palacio del Planalto
para seguir la evolución de la situación, convocando una reunión
con todos los ministros para discutir sobre la catástrofe en Rio
Grande do Sul y para participar en la reunión de su responsable
de Finanzas, Fernando Haddad, con el gobernador del estado
martirizado, Eduardo Leite.
En el orden del día están la renegociación de la deuda de la
región y la reconstrucción, después del anuncio de una primera
asignación.
Mientras tanto, emergen los relatos de los italianos que han
escapado al drama. "Queríamos ir a visitar Gramado, pero nos
encontramos en el desastre de la inundación en Porto Alegre.
Fueron horas de preocupación y confusión, pero gracias a la
solidaridad de los brasileños y a la ayuda del cónsul Valerio
Caruso, logramos ponernos a salvo", cuenta a ANSA Antonio
Pantaleo, profesor universitario de Bari, destacado en la
Comisión Europea en Bruselas, donde se ocupa de tecnologías para
el cambio climático.
"Es una tragedia que podría haberse previsto y gestionado
mejor", explica. "Un informe de la Universidad de Porto Alegre
había advertido del peligro". (ANSA).