Por Giuseppe Maria Laudani
(ANSA) - TEHERAN, 02 MAR - Una abstención récord. El Irán
conservador, teocrático y reaccionario acudió a las urnas para
renovar el Parlamento y la Asamblea de Expertos, que deberán
elegir al próximo Guía Supremo, lanzando un claro mensaje de
protesta en las primeras elecciones celebradas tras la muerte de
Mahsa Amini.
Se registró la participación más baja desde la revolución
islámica de 1979: sólo el 41%, según datos oficiales, acudió a
votar, con picos incluso poco menos del 24% en Teherán (eran 8
millones con derecho a voto sólo en la capital).
Un mínimo histórico que sería aún más marcado, según los
activistas, según los cuales la participación se mantuvo "en
torno al 30%".
Una cifra que muestra la ausencia casi total de los escaños
de reformistas, intelectuales, estudiantes y también de una
parte de los moderados que aspiran a una República Islámica
moderna.
Ningún cambio real. La votación cristaliza efectivamente el
poder en manos de los conservadores, que permanecen firmemente
en sus posiciones, libres para proseguir sus políticas en el
ámbito económico pero también en la política exterior, pero con
el temido riesgo de debilitarse debido a las divisiones
internas, aunque los reformistas hayan sido en gran parte
purgados.
Prueba de ello son las cuatro listas diferentes presentadas
por las facciones fundamentalistas, en lugar de una sola como
ocurría hace cuatro años. Otra incógnita podría estar
representada -escribe The Guardian- por la elección en las
provincias remotas del país de algunos candidatos relativamente
desconocidos, contrarios al status quo que podrían marcar la
diferencia.
Empero, en la cima del poder nadie quiere oír hablar de baja
participación. De hecho, la versión del presidente Ebrahim Raisi
fotografía otra realidad. Para el exponente conservador, fue más
bien "masivo", en respuesta al "frente antihumano de la
arrogancia global", en referencia a Estados Unidos y sus
aliados. Según Raisi, "los detractores han fracasado", planeando
"escenarios maliciosos, intentando incitar a la gente a no
votar, y han gastado miles de millones de dólares para lograr
este objetivo".
La votación se vio afectada por las numerosas ausencias de
candidatos reformistas, pero también de exponentes centristas
como Hassan Rouhani, una de las figuras clave que cuestionó la
dirección política del actual liderazgo, a quien se impidió
presentarse.
Asimismo causó sensación la decisión de Mohammad Khatami, el
primer presidente reformista de Irán, de no acudir a las urnas,
a pesar de las noticias falsas que le hacían volver a las urnas.
Es la primera vez que se desmarca de un nombramiento de este
tipo y su decisión es vista como un punto de inflexión para los
reformistas que llevan mucho tiempo debatiendo el valor de la
participación en un proceso electoral que muchos interpretan
como una farsa, cuyo objetivo real es mantener firmemente en el
poder a las caras conocidas del régimen.
E incluso el día de la votación, el régimen no cede ni un
ápice y muestra su rostro feroz, condenando al cantante pop
Shervin Hajizadeh, autor de una canción llamada "Baraye" que se
convirtió en himno durante los disturbios, a tres años y ocho
años. meses de prisión por las protestas antigubernamentales en
el país entre 2022 y 2023.
Al artista, de 26 años, anteriormente galardonado con un
Grammy especial a la mejor canción sobre el cambio social, se le
prohibió salir del país. La República Islámica también quiso
burlarse de él al ordenarle hacer publicidad positiva en las
redes sociales para la República y grabar una canción
antiamericana, "sobre los crímenes de Estados Unidos contra la
humanidad". (ANSA).