Por Marcos Romero
CIUDAD DE MEXICO, 18 (ANSA) - El más grande simulacro
nacional de terremoto que se haya registrado en México marcará
mañana el 30 aniversario del devastador movimiento telúrico de
8,1 grados en la escala de Richter, que dejó un escenario post
apocalíptico, sobre todo en el centro de la capital. El acto inicial que evocará la catástrofe que puso en
evidencia la vulnerabilidad humana ante los desastres naturales
ocurrirá a las 7,19 horas, momento exacto en que el centro-sur
del país fue sacudido con furia como si le asestaran "un hachazo
asesino", según lo describió el historiador Enrique Krauze. El presidente Enrique Peña y el jefe de gobierno de la
ciudad, Miguel Mancera, acudirán a izar la bandera a media asta
a la plaza de la Constitución, mejor conocida como Zócalo, para
recordar el peor cataclismo sufrido por el país en el siglo 20. Luego habrá memoriales, misas, actos culturales y diversos
encuentros para evocar la efeméride. A las 11,30 horas, hora del simulacro, se escuchará el sonido
lúgubre y monótono de la alerta sísmica en la capital y los
estados de México, Puebla, Guerrero, Oaxaca y Michoacán,
cercanos a la zona metropolitana de la Ciudad de México y otras
zonas proclives a los temblores del norte y occidente de México. Luis Felipe Puente, coordinador nacional de Protección Civil
del ministerio del Interior, dijo que con este ejercicio
"requerimos crear esta nueva conciencia en la población
mexicana".
El simulacro se realizará también en universidades, oficinas,
viviendas y espacios públicos como cines y centros comerciales,
además de zonas costeras donde se ensayarán evacuaciones por
alerta de tsunamis. El terremoto de 1985 puso a prueba la capacidad del gobierno
mexicano de hacer frente al peor desastre natural del siglo XX
en el país. La magnitud de la tragedia dejó pasmada a la autoridad y el
entonces presidente Miguel de la Madrid tardó 39 horas en hablar
de lo sucedido y atreverse a hacer un recorrido por las zonas
donde se desplomaron edificios. En un primer momento, el gobierno se rehusó a aceptar la
ayuda internacional, pero fue hasta que arreciaron las críticas
cuando tuvo que ceder. "Aunque el gobierno -como de costumbre- reaccionaba tarde,
reaccionaba mal o no reaccionaba, la sociedad civil (…) encontró
su vocación", recuerda Krauze, autor de "La presidencia
imperial". Krauze recordó cómo grupos de vecinos y jóvenes estudiantes
crearon una vasta y bien organizada red de ayuda que se movilizó
lo mismo para sacar personas de entre los escombros que para
reunir y llevar alimentos a personas que perdieron sus
viviendas. Ese fue el germen de un vasto movimiento urbano-popular que
llevó a la izquierda al poder en las primeras elecciones para
alcalde en la ciudad en 1988. Hubo casos emblemáticos como el del tenor hispano-mexicano
Plácido Domingo que en mangas de camisa acudió al edificio de
apartamentos Nuevo León, en la populosa zona de Tlatelolco,
norte de la capital, donde vivió de niño, para ayudar a sacar a
personas heridas y cuerpos humanos de debajo de los montículos
de vigas de acero y techos de concreto. El gobierno calculó al menos 7.000 muertos, pero organismos
internacionales estimaron que al menos hubo 10.000 (estimaciones
independientes hablaron hasta de 40.000), y otros 40.000
heridos, así como 4.000 rescatados bajo las ruinas de edificios
y 50.000 personas sin hogar. El terremoto, que duró unos dos minutos y tuvo su principal
réplica un día después, a las 19:38 horas, de 7,9 grados
Richter, liberó una energía equivalente a más de mil bombas
atómicas de 20 kilotones cada una, lo que explica por qué se
vinieron a bajo unos 880 edificios. Las pérdidas materiales fueron calculadas oficialmente en
4.000 millones de dólares de la época sólo en infraestructura. En medio de la desesperación, hubo espacio para el heroismo y
también para los milagros, como el de 16 bebés rescatados de las
salas de maternidad derrumbadas en los hospitales Juárez, Centro
Médico Nacional y Hospital General de la capital, algunos de
ellos hasta una semana después del sismo. De ellos, 14 sobrevivieron, aunque la mitad perdieron a sus
madres y el 8% logró terminar una carrera universitaria. En
estos días, cumplen 30 años, sin mayores secuelas físicas o
sicológicas.
MRM/MRZ
18/09/2015 19:57
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