Por Oscar Escamilla
BOGOTA, 14 (ANSA)- Hace unos años el afamado periodista
puertorriqueño Héctor Feliciano dejó caer una sentencia
apocalíptica según la cual la música salsa estaba dando sus
últimos estertores antes de morir. "Y si la salsa está en boga en París, y se empeñan en
emularla con diligencia, es porque ya es museo, pasado,
abstracción", escribió Feliciano en un artículo en la revista
colombiana El Malpensante, en el que lamentaba que los parisinos
hubieran convertido a la salsa en su nuevo objeto de deseo. Pese a la sólida argumentación del autor del libro "El Museo
Robado", hay una ciudad en Colombia que insiste en mantener vivo
ese ritmo afro-antillano creado en Nueva York, contradiciendo la
versión de Feliciano. Cali, autodenominado "La capital de la salsa", no solo no ha
dejado morir esa música, sino que la convirtió en una tabla de
salvación para miles de jóvenes de barrios pobres que solo
creían tener en la violencia su única fuente de recursos
económicos. Cali, al igual que Medellín, ha estado levantándose de la
fiesta de excesos, muerte y dolor que dejaron los carteles de la
droga, con sus estrafalarios capos, quienes reclutaron a decenas
de jóvenes pobres para convertirlos en sus ejércitos de
pistoleros. Ahora que el humo de las pistolas se ido disipando, en los
barrios empobrecidos de una Cali que conoció el falso esplendor
del narcotráfico, el baile de la salsa emergió como un proyecto
de vida y una puerta de salida distinta a la violencia. El principal proyecto, de varios que cada día toman más
fuerza en Cali relacionados con la salsa, se llama Delirio, una
idea de cuatro mujeres que se aventuraron y crearon una suerte
de Circo del Sol pero de la salsa y cuyos principales artistas
son jóvenes de comunas peligrosas que optaron por el baile antes
que por las armas. Andrea Buenaventura, directora de la Fundación Delirio, le
aseguró a ANSA que "la salsa en Cali es un movimiento social",
al precisar que hay 50 escuelas de baile constituidas en toda la
ciudad, que entrenan a diario a 2.000 bailarines de barrios
populares. El baile de la salsa caleña ha ganado varios títulos
mundiales, porque se hacen campeonatos mundiales de baile de
salsa, con estilo marcado por la rapidez en los pies de los
bailarines y las acrobacias entre parejas. Sobre la base de ese estilo, Delirio montó desde hace 10 años
un espectáculo de circo, baile y salsa bajo un carpa en la que
caben hasta 1.500 personas. Delirio tiene una función el último viernes de cada mes para
el público, pero se presenta dentro y fuera de Colombia en
promedio tres veces al mes, lo que le ha permitido recorrer 20
países deslumbrando con sus pasos, figuras, acrobacias y hasta
los trajes de sus bailarines. "Delirio es simplemente la puesta en escena de ese
sentimiento caleño por la salsa", señaló Buenaventura, que
relató cómo su fundación se nutre de bailarines de cuatro
escuelas de la ciudad y de paso forma de manera gratuita a unos
300 jóvenes como profesionales. "Delirio tiene muchas valías, mucha importancia desde lo
social, la principal de todas es que le devolvió a Cali la
autoestima y convirtió a los bailarines, esos muchachos muy
jóvenes de estratos populares, en unos ídolos, en unos
referentes para los demás y creemos que es un camino alterno: un
camino es a la violencia y el otro camino es al baile", resume
Buenaventura. El espectáculo de Deliro se ha convertido en un referente
cultural del país, tanto que suele ser una de las muestras del
folclor local por parte del gobierno cuando ejerce de anfitrión
de grandes eventos. Todo ese movimiento de la salsa y su baile, llevó a que Cali
constituyera una Bienal de Danza, que actualmente se lleva a
cabo en la ciudad y a la que fueron convocados más de 20
compañías de todo el mundo. Amparo Sinisterra de Carvajal, directora de la Bienal, le
dijo a ANSA que una de las ideas de que Cali sea sede de un
convocatoria de esas dimensiones es para que los jóvenes de la
ciudad aprendan de otras formas de baile más allá de la salsa. Sinisterra destacó el "propósito social" de las escuelas de
baile de salsa de Cali, al señalar que "las vidas de esos
muchachos se han transformado a través de la danza". "La danza es un terreno neutral, nadie baila peleando, la
gente baila para celebrar y estos jóvenes han ido transformando
sus vidas a través de la salsa y el baile", dijo la gestora
cultural. Sinisterra cree que el baile y en general todas las
expresiones del arte son "una herramienta maravillosa para
alcanzar la paz, por que todas esas expresiones abren la
posibilidad para el encuentro entre gentes que no se conoce".
YK7-ADG/MRZ
14/11/2015 18:05
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