Por Margarita Bastías
SANTIAGO DE CHILE, 25 (ANSA)- Una evaluación de los últimos
20 años de democracia en Latinoamérica demuestra avances
crecimiento, reformas, expansión de derechos y el surgimiento de
una nueva clase media, también cargada de frustraciones. "Puede ser que América Latina está volviendo a no ser capaz
de solucionar sus problemas?", es la pregunta que se hace
Latinobarómetro al evaluar las últimas dos décadas de desarrollo
democrático. La región experimentó en estos años el mayor crecimiento
económico sostenido permitiendo sacar de la pobreza a más de 100
millones de personas, indica el trabajo de esa ONG chilena. Los avances, el crecimiento, las reformas, la expansión de
derechos y acceso a servicios han llegado a un segmento que
nunca antes los había tenido: una nueva clase media que ante las
crisis económicas, y hoy la desaceleración, se llena de
impaciencia, incertidumbre y angustia porque no quiere
retroceder.
Están dispuestos a salir a protestar, un 6,97 en una escala
de 1 a 10. República Dominicana se manifiesta en un máximo de
7,6 mientras Ecuador tiene el más bajo, 4,6.
Pero esta participación es inarticulada y se mueve por metas
más individuales que colectivas. Se dispara la asistencia a
manifestaciones no autorizadas, de 3% a 21% en la última década.
No se siente representado por el Congreso (77%) y el 27% estima
que las redes sociales permiten que uno participe en política.
Un 53% expresa que las elecciones en su país no son limpias,
porcentaje que llega al 74% en México.
Esto también influye en que sólo el 29% considere que se
gobierne para el bien de todo el pueblo. Salvo Ecuador (56),
Uruguay (55), Bolivia (55) y Nicaragua (52), en los restantes 14
países está bajo el 50%. Solo el 12% de los brasileños opinó que
se gobernaba para todos.
Sólo un 22% cree que es justa la distribución de la riqueza,
cifra que apenas llega al 5% dentro de los chilenos.
Al medir la satisfacción con la vida, sorprende que el 77% de
los latinoamericanos se sienta muy satisfecho, porcentaje que no
varía desde 1997. "El país se puede ir al tacho de la basura,
pero el individuo se siente feliz", señaló Marta Lagos a ANSA.
"Esta situación personal individual no se condice con las
demandas que aparecen persistentemente hacia la salud, la
educación, la delincuencia", comenta. Tampoco con la imagen de
progreso del país, donde tan sólo el 32 por ciento cree que el
país va hacia arriba. Bolivia lidera las opiniones de progreso,
con el 63% mientras que Paraguay y Venezuela se ubican en el
otro extremo, con 14% y 15%.
De los problemas de la región, la delincuencia encabeza las
menciones, pero irrumpe con fuerza la corrupción, sobre todo
porque afecta al país más grande de la región: Brasil. Lagos apuntó que existe un ánimo de "frustración dentro de
los latinoamericanos porque han duplicado las expectativas".
Dentro de los problemas más importantes para los
latinoamericanos, el primer lugar lo ocupa la delincuencia
"porque se sienten inseguros" junto con enfatizar que ésta es la
región más desconfiada. El 65% sostiene que "es inseguro vivir
en su país". La socióloga afirma que "la percepción de
inseguridad es galopante en la región", pese a que sólo el 49%
dice haber sido víctima de un delito.
Lagos se pregunta si "¿nos farreamos la década de crecimiento
y ahora estamos en una etapa de retroceso?".
Consultada por ANSA si no hay una decepción de la democracia
que devino tras las dictaduras porque no hubo mayores cambios,
Lagos respondió que puede ser porque "haciendo los mismo no se
puede esperar resultados diferentes". Coincidió también en que
en la mayoría de los países "no cambió la mula".
"Bolivia y Ecuador cambiaron la mula -añadió- porque se
dieron una nueva institucionalidad que cambió las estructuras de
poder, de tal forma que gran parte de la población que estaba
excluida fue incluida en los bienes políticos".
"Se creyó que la región caminaría hacia democracias
liberales, como aquella del primer mundo. Lo que tenemos son
procesos democráticos lentos que pueden demorar un par de
generaciones para llegar a democracias más inclusivas. Sin que
exista evidencia que la democracia liberal se terminará
instalando masivamente en todos los países en el espacio de
varias generaciones", reseñó la politóloga.
"Desmantelar las desigualdades y garantizar la seguridad
ciudadana son hoy día banderas sin ideología. La izquierda y la
derecha se enfrentan la desideologización de las banderas",
prosiguió. "Con bajos niveles de confianza y ciudadanos empoderados, la
demanda de más y mejor democracia y la demanda de más y mejor
sociedad están en las calles de la región", completó. (ANSA).
MBA-ADG/MRZ
25/09/2015 22:21
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