Por Margarita Bastías
SANTIAGO DE CHILE, 6 (ANSA) - La Escuela Juan Luis Vives, que funciona dentro de la cárcel de Valparaíso, en Chile, recibirá el martes en París el Premio Unesco Confucio de Alfabetización que el organismo de Naciones Unidas para la Educación y Cultura otorga anualmente.
La escuela fue distinguida junto a la Plataforma de Asociaciones ASAMA y Post-ASAMA de Madagascar y el proyecto Svatobor de Eslovaquia, mientras que la Associação Progresso de Mozambique y el Instituto Nacional de Educación de Sri Lanka obtuvieron el premio de alfabetización Rey Sejong-UNESCO.
De manos de la directora general del organismo, Irina Bokova, cada uno de las entidades recibirá un aporte de 20.000 dólares para el fortalecimiento de sus programas.
En representación de la escuela de Valparaíso ha viajado a París la profesora de historia y geografía de la Universidad de Chile, Sonia Alvarez (67 años, viuda, una hija), para quien este premio es "la cúspide de una vida dedicada a la educación de adultos".
En diálogo con ANSA, relevó la importancia de tener "la oportunidad de mostrar a nivel internacional un área de la educación casi desconocida, en la que no sólo nuestro colegio trabaja, sino que en todo Chile se realiza esta labor dentro de los recintos penales".
La única diferencia, advirtió, es que "nosotros nos atrevimos a presentar nuestro quehacer ante la Unesco a través de un llamado a concurso".
La escuela, precisó, funciona como cualquier colegio de adultos pero dentro de un recinto penal. Desarrolla planes y programas propuestos por el Ministerio de Educación en niveles básicos y medios, humanísticos y técnicos.
El nivel de alfabetización, agrega la educadora, "atiende a aquellos que nunca aprendieron como también a aquellos que lo olvidaron. Son personas que muchas veces se las ingenian para que nadie se entere de su condición. A ellos se les enseña con mucha dedicación, dado que lo que necesitan es entender y aceptar que son capaces".
Sin mediar pregunta, Alvarez destaca por otra parte que "los internos son alumnos respetuosos con los profesores, participativos y entusiastas".
Su visión de los reos es distinta a la de un ciudadano común. "Creo que las generalizaciones, hasta en una cárcel, no corresponden. Hay personas con historias de vida muy diferentes y al relacionarse con ellas se aprende a distinguir entre aquellos que hacen del delito su forma de vida y su 'trabajo', y otros que tienen en cambio delitos -como homicidios- por circunstancias", afirmó.
La experta aseguró que "te das entonces cuenta que en unos se despierta su conciencia y que, una vez que cumplen su castigo, nunca más vuelven a delinquir".
Consultada por el ambiente carcelario, la docente contó que en la década de los '80 el nivel educacional de los reclusos era de primaria incompleta: "actualmente es enseñanza media incompleta, pues también el rango de edad de los presos ha bajado".
En su opinión, las personas caen en el delito "más que por falta de oportunidades por falta de reglas definidas, de relacionar derechos y deberes, y de padres que tengan claro que la mejor enseñanza no la dan los golpes ni castigos, ni sermones ni consentimientos, la enseñanza más valiosa es un buen ejemplo".
Sobre los requisitos que debe tener un maestro, Alvarez subrayó que "debe ser flexible y bastante creativo para lograr enseñar a personas que son adultos, esto es que tienen muchas otras preocupaciones, más aún en su condición de condenado".
"Es todo un desafío interesar a veces en temas que parecen distantes de su realidad. Ahí entonces esta la originalidad del maestro", acotó.
La escuela Juan Luis Vives empezó a desarrollar su labor en el centro penitenciario de Valparaíso en 1999 y, desde 2006, lo hace también en el complejo carcelario de Rancagua, 80 kilómetros al sur de Santiago.
MRZ
06/09/2015 20:32
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