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</newslink> Por Darío Pignotti
(ANSA) - BRASILIA, 9 ABR - En los próximos días se juega el
destino político de la tambaleante presidenta de Brasil, Dilma
Rousseff, pues si la Cámara de Diputados aprueba el inicio del
"impeachment", que luego será juzgado en el Senado, se habrá
librado un certificado de defunción del gobierno y el fin de 13
años de poder del Partido de los Trabajadores (PT). Para que el juicio político o "juicio por impedimento" se
ponga en marcha la oposición tendrá que contar con el voto de
342 diputados, y para impedir el proceso el gobierno necesita el
aval de 171.
Así lo establece la legislación pues el "impachment" es un
instituto "excepcional", para cuya aprobación se requiere una
mayoría especial dos tercios de los 513 miembros de la Cámara
Baja. Un detalle técnico de importancia política: los defensores de
la salida de Rousseff tienen que garantizar la presencia en el
recinto de 342 o más legisladores, mientras al gobierno le basta
con impedir que sus adversarios obtengan ese número.
Es decir el oficialismo frenará el juicio contra Rousseff
incluso si 171 legisladores faltaran a la sesión cuya apertura
está prevista para el próximo viernes 15, siempre que no haya
alguna medida cautelar del Supremo Tribunal Federal u otro
factor que pudiera postergarla.
El viernes durante la sesión de la Comisión Especial sobre el
Impeachment diputados del Partido de los Trabajadores expresaron
la posibilidad de que el gobierno interponga una acción al
Supremo Tribunal Federal, pues considera que la presidenta no
cometió ninguna violación de la Constitución, con lo que faltan
motivos para enjuiciarla. En razón de esa mayoría especial que impone el impeachment la
estrategia del Palacio del Planalto es persuadir a congresistas
indecisos para que voten contra la iniciativa o falten a la
sesión.
Al frente del operativo para seducir parlamentarios está el
ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, instalado desde hace
dos semanas en una suite del Hotel Blue Tree, a doscientos
metros de la residencia oficial de Rousseff, el Palacio de
Alvorada. Con quien se reúne frecuentemente para definir los
pasos a seguir. Lula se desempeña como un ministro sin cartera, a la espera
de que el Supremo Tribunal Federal analice una medida cautelar
en la que fue suspendida su designación como Jefe de la Casa
Civil, cargo para el que juró el 17 de marzo pero no llegó a
ejercer oficialmente. El ex mandatario es conocido por su pragmatismo y la fama de
cumplir los acuerdos que ganó en sus 8 años de gobierno y antes
como líder sindical. Para retener el apoyo de partidos conservadores Lula les
ofrece cargos en el gabinete y empresas del poderoso estado
brasileño. Gracias a esto logró que permanezcan junto al Palacio
del Planalto agrupaciones medias como el conservador -a pesar de
su nombre- Partido Progresista, que tiene 51 diputados. Si bien Lula pudo frenar la migración de partidos aliados
hacia la oposición y el voto por la destitución de Dilma, no
será fácil que pueda revertir un cuadro de situación
verdaderamente adverso en la opinión pública.
La encuestadora Ibope registrà que el 69% de los brasileños
apoyan la salida de la Jefa de Estado reelecta en octubre de
2014 para un segundo mandato que debería finalizar el 31 de
diciembre de 2018.
Los números en el Legislativo son tan adversos para Rousseff
como los reportados por Ibope sobre el clima de opinión.
Hasta el viernes pasado oposición sumaba 308 diputados por
el "impeachment", lo que representa el 60% del cuerpo de acuerdo
con unaconsulta de Datafolna. Por lo que a la oposición sólo le falta conquistar el apoyo
de 34 congresistas, un número que parece probable aunque todavía
es prematuro para darlo por seguro. Y si Lula dialoga con dirigentes partidarios para impedir que
crezca la marea por el impeachment, el vicepresidente Michel
Temer labora para ganar el apoyo a la destitución de Rousseff. Temer aspira asumir la presidencia y para ello cuenta con el
poder de su agrupación, el presidente del Partido Movimiento
Democrático Brasileño, con 68 diputados. La semana pasada Temer y el jefe de Diputados, Eduardo Cunha,
se anotaron una victoria cuando el relator de la Comisión
Especial del Impeachment se pronunció por iniciar un proceso a
la presidenta. Esa comisión sesionó hasta la madrugada de este sábado y
volverá a hacerlo el lunes, cuando sus 65 miembros votarán a
favor o en contra del parecer presentado por el relator.
En principio la oposición se perfilaba como favorita para
vencer ese escrutinio. Luego de concluidas las tareas de la Comisión Especial sus
conclusiones serán publicadas y posteriormente giradas al
Plenario de la Cámara baja. El vicepresidente Teme y su correligionario Cunha al parecer
están interesados en abreviar los plazos para votar el proceso
contra Rousseff. Cunha declaró que quiere sesionar el sábado y domingo 16 y
17, algo que no conoce antecedentes en los últimos años. Dirigentes próximos a Cunha piensan movilizar a decenas de
miles de opositores hasta el Parlamento el domingo 18 para
generar presión sobre los legisladores.
En cambio, el gobierno y sus diputados se oponen a ese
régimen extraordinario, y prefieren que si el plenario comienza
a votar el viernes 15 de abril retome la sesión el lunes 19.
(ANSA).
ADG
09/04/2016 17:29
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