Por Darío Pignotti
(ANSA) - BRASILIA, 6 FEB - Ante las noticias preocupantes
sobre el virus Zica -la más reciente indica que podría ser
contagiado por la saliva-, la presidenta de Brasil, Dilma
Rousseff, convocó a una reunión de gabinete para el Miércoles de
Cenizas, cuando millones de brasileños estarán regresando de sus
vacaciones de carnaval.
A propósito, debido a la recesión y el dólar caro hubo una
pronunciada merma del turismo al exterior y paralelamente creció
el interno, lo cual se observa en los 5 millones de pasajeros
que circularán por los aeropuertos de Rio de Janeiro, San Pablo
y otras capitales durante el feriado largo de carnaval. Sorprendida, al igual que su ministro de Salud, por el
agresivo brote del virus Zika y sus consecuencias imprevisibles,
Rousseff asumió el rol de comandante de las tropas de "paz y
salud", como las llamó ella en cadena de radio y televisión,
para vencer en la "guerra" contra el mosquito aedes aegypti. El insecto puede ser capaz de contaminar en algunos meses a
1,5 millones de brasileños, según las proyecciones de la
Organización Mundial de la Salud (OMS), alarmada ante la
"explosión" de la dolencia. Los términos con connotaciones bélicas empleados en el
discurso oficial no son gratuitos o sólo simbólicos: tres días
después de la reunión extraordinaria del miércoles, el sábado 13
de febrero serán desplazadas 220 mil tropas militares y unos 300
mil agentes de salud para un día de "combate" al insecto en todo
el país.
Dentro de esa movilización nacional, con foco principal en
las favelas de las grandes capitales, trabajarán codo a codo la
Conferencia Nacional de Obispos de Brasil y la Unión Nacional de
Estudiantes. Esto a pesar de las divergencias entre esas dos entidades
respecto la despenalización del aborto, un debate que cobró
voltaje ante la posibilidad de que las mujeres afectadas de Zika
resuelvan interrumpir sus embarazos ante el riesgo de que sus
hijos contraigan microcefalia (una deformación en la cabeza de
los neonatos, que causa gravísimos trastornos). Se espera que en las próximas semanas un grupo de entidades,
entre ellas agrupaciones feministas, demanden al Supremo
Tribunal Federal un pronunciamiento que autorice el aborto ante
el riesgo de microcefalia, que ya afecta a más de 400 bebés. La presidenta Rousseff en persona, altos jefes militares, el
ministro de Defensa, gobernadores y alcaldes recorrerán cientos
de miles de domicilios para instruir a la población de cómo
actuar frente a la dolencia. E intentar frenar que siga diseminándose cuando faltan sólo
seis meses para el inicio de los Juegos Olímpicos en Rio de
Janeiro.
Y restan ocho meses para las elecciones municipales en las
que el oficialista Partido de los Trabajadores arriesga sufrir
una derrota de proporciones.
No sólo la pelea contra el Zika ocupará a Rousseff la semana
entrante pues al mismo tiempo deberá hacer frente a la renovada
embestida opositora que reclama su salida anticipada del
gobierno. El Partido de la Socialdemocracia Brasileña, primera fuerza
opositora, prometió volver a la carga con el reclamo del
impeachment (juicio político) contra Rousseff por haber violado
la Ley de Responsabilidad Fiscal en 2014, año en que los gastos
del Estado fueron disimulados con presuntas maniobras contables. Los socialdemócratas también anunciaron que no cejarán en sus
denuncias en el Congreso contra el ex presidente Luiz Inácio
Lula da Silva, correligionario de Rousseff, al que acusan de
maniobras dolosas en el marco del escándalo de corrupción en
Petrobras. La situación jurídica y política de Lula es un frente que
causa preocupación en el gobierno, ya que el ex presidente no
sólo es un consejero habitual de Rousseff sino el líder del
oficialista PT.
DCP/ACZ
06/02/2016 19:39
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