Por Darío Pignotti
BRASILIA, 18 (ANSA)- La presidenta brasileña, Dilma Rousseff,
anunciaba a sus colegas del Mercosur su rechazo a los golpes de
Estado institucionales mientras el presidente de la Cámara de
Diputados reactivaba, el viernes, un pedido de impeachment
presentado por un militar retirado que es el diputado más
votado por el estado de Río de Janeiro. La inestabilidad política brasileña no ha dejado de
crecer desde enero, cuando Rousseff inició su segundo mandato,
que sectores de la oposición prometen concluirá antes de 2018,
cundo debiera finalizar según la ley. La amenaza de la inestabilidad tiene uno de sus reductos en
el Congreso brasileño, cuyo titular en Diputados, Eduardo Cunha,
anunció que pasó de la agresividad a la guerra política abierta
mientras Rousseff departía con sus colegas del Mercosur Cristina
Fernández, Horacio Cartes, Tabaré Vázques y Nicolás Maduro. El caldero político brasileño se coló en la 48a. cumbre del
Mercosur de Brasilia, en la que Rousseff concluyó su presidencia
pro tempore y la cedió al gobernante paraguayo Horacio Cartes. Si días antes de la reunión semestral los diplomáticos
brasileños decían a los corresponsales extranjeros que el golpe
institucional era un tema que podría ser tratado pero sin ser
asunto de importancia, los hechos demostraron otra cosa: fue
un asunto importante en el debate de los mandatarios.
Los vientos de golpe contaminaron la 48a. Cumbre de
Presidentes del Mercosur realizada a 200 metros del Congreso, en
el Palacio Itamaraty, sede de la Cancillería. En lugar de un lenguaje indirecto para referirse al tema
Rousseff optó por una afirmación categórica: "No hay espacio
para aventuras antidemocráticas en América del Sur" dijo
ante el gesto de aprobación de algunos de sus pares. La política -que fuera presa durante el gobierno militar
brasileño (1964-1985)- recordó que "somos un región que sufrió
mucho con las dictaduras. Hoy somos una región donde la
democracia florece y madura, el año pasado tuvimos
elecciones generales en Uruguay y Brasil y este año
habrá en Argentina y Venezuela". Luego Rousseff volvió a traer al ruedo la memoria de los
años del autoritarismo al evocar al presidente Joao Melchior
Goulart, depuesto por el golpe de estado del 31 de marzo de 1964
y fallecido en el destierro 6 de diciembre de 1976, cuando
visitaba una finca en Argentina. Y era vigilado por agentes de inteligencia del Plan Cóndor,
coordinación represiva de los gobiernos de excepción. Esos dos tramos del discurso de la anfitriona de la
cumbre, pronunciados en el Salón Portinarí de Cancillería, son
indicativos de que la hipótesis de un quiebre del orden
institucional no es tan descabellada.
La comparación entre los cimbronazos democráticos de la
actualidad y los regímenes de los 70 fue más elocuente en los
discursos de Cristina Fernández y Nicolás Maduro. La mandataria argentina recordó que este año se cumplen 40 de
la creación del Plan Cóndor y especuló con que "tal vez se esté
pergeñando en algún lugar un nuevo plan, que no tenga
intervención de las Fuerzas Armadas, sino más sutil",
prosiguió Fernández de Kirchner.
"A lo mejor son buitres y no cóndores. Son siempre
aves de rapiña y por eso tenemos que fortalecer más que nunca la
democracia", ante lo cual expresó su respaldo a "los estados y
pueblos" que corren el riesgo de ser "desestabilizados". Maduro también mencionó al Cóndor y citó a los países
"imperialistas" que siguen, opinó, obstinados en causar
problemas en América Latina. El jefe de Estado venezolano recibió el apoyo del Mercosur en
su rechazo a Estados Unidos, por un decreto en que caracterizó a
Caracas como una amenaza a su seguridad. Al respecto el documento final firmado por los cinco
gobernantes señala el "repudio al Decreto Ejecutivo del Gobierno
de Estados Unidos, del 9 de marzo de 2015, se reafirma el
compromiso con principio da no intervención".
DCP/MRZ
18/07/2015 20:19
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