La cortina de hierro detrás de la cual Bruselas esconde su miedo más grande, el retorno de Donald Trump, se hace de la prudencia con la que los edificios comunitarios suelen acompañar los grandes acontecimientos políticos.
En cuestión de 48 horas, aún, todo cambiará. La escenografía ser la de Puskas Arena de Budapest. En la mesa estarán, primero, los líderes de la Comunidad Política Europea (CPE), nacida como parte de la contraofensiva estratégica a la invasión rusa a Ucrania, y luego los jefes de Estado y de Gobierno de la UE. El anfitrión será el única líder que, con una victoria de Trump, tiene todo para ganar: Viktor Orban.
El premier magiar fijó la cita de la cumbre informal de los 27 enseguida después de las elecciones estadounidenses. Es él, en la Eurocámara, que admitió que está listo para "descorchar diversas botellas de champán" en el caso de una victoria del candidato republicano. Es él el punto de referencia de los anti-europeístas y los partidos que proponen frenar el apoyo militar a Ucrania.
El cortocircuito, en suma, está a la vuelta de la esquina.
Tanto que en Bruselas comienza a circular una sospecha: Orban invite a Trump a unirse a la cena de los 27, el jueves. En ese punto, con mayor razón con el líder republicano eventualmente electo, los líderes del Viejo Continente no podrían hacer otra cosa que secundar la jugada de Orban.
Por el momento se navega en el mar de las hipótesis de tercer tipo y de temores intrínsecos de emocionalidad, Los mismo, también estos circularon en las horas que preceden a la cita de Budapest, que asustan hasta una invitación en video por parte de Orban a Vladimir Putin.
Los funcionarios europeos, más prudentemente, confían en el hecho de que Orban respete su rol imparcial "Hay un acuerdo que en la cumbre hable solamente quien está invitado", explicó un alto funcionario UE.
Pero todo puede cambiar en una noche. La noche estadounidense. La victoria de Kamala Harris, si es certificada antes de la llegada de los líderes UE a Budapest, dería un sentido totalmente distinto a la cita húngara, desarmando a Orban no únicamente a corto plazo.
"El voto en Estados Unidos dominará la cumbre", admitió un alto funcionario europeo. En agenda, en realidad, de Estados Unidos los 27 líderes (menos Pedro Sánchez, obligado a permanecer en España) deberían hablar solo en la cena del jueves, entre los muros neogóticos del Parlamento húngaro. Será una primera ronda de horizontes, para iniciar una reacción lo más unificada posible aprovechando el período de transición que separa la votación en Estados Unidos de la toma de posesión del nuevo presidente.
El objetivo, incluso en el frente norteamericano, es llegar a una estrategia unitaria. Y no es fácil porque mientras Estados Unidos vota, Europa se divide. La cumbre del viernes está centrada en la competitividad. A los 27 Mario Draghi ilustrará su informe y sobre esto se basará la declaración común. Pero, en relación al texto, emergió la fractura entre los frugales (austeridad del gasto público, ndr) y los mediterráneos, con los primeros que no desean siquiera sentir hablar de uso de recursos propios, fondo soberano europeo, o débito común.
Las conclusiones fueron abreviadas. Se eliminan cifras y plazos. Aparecieron 12 factores que la UE seguirá para alcanzar los objetivos de competitividad prioritarios, también para Ursula von der Leyen. "Explorando cada instrumento", reza el texto. Y superar así las divisiones entre los 27 pero manteniéndose lejos de la ambición pedida por Draghi a Europa.
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