En ese sentido, además, viajar por turismo en el Reino Unido será cada vez más parecido a ir a Estados Unidos a partir del próximo año, pues se introducirá la obligación del visado electrónico de pago llamado Electronic Travel Authorization (ETA) para los ciudadanos de la UE.
El Gobierno laborista británico presentó los detalles del sistema que entrará en vigencia el 2 de abril de 2025, con exenciones previstas para quienes tengan un visado de trabajo o residan habitualmente en Londres.
La extensión de ETA está prevista desde hace tiempo para estancias de corta duración de turistas de la Unión Europea que ya no están cubiertos por la libertad automática de circulación dentro de las fronteras británicas debido a las restricciones introducidas tras el Brexit.
Todo esto se traduce en la necesidad de llenar un formulario online y pagar una suma de dinero (10 libras, equivalentes a unos 12 euros): de esa forma, se podrán realizar múltiples viajes al Reino para estancias de hasta seis meses, en el transcurso de dos años.
El Ministerio del Interior también afirmó que los ciudadanos de la Unión Europea podrán solicitar un visado electrónico simplemente utilizando la aplicación para smartphones llamada UK Eta, a partir del 5 de marzo de 2025.
Mientras que para los viajeros no europeos la obligación comienza antes, a partir del 8 de enero del próximo año.
El comunicado del Ministerio del Interior precisa también que la extensión del sistema a todos los extranjeros que lleguen al país -a excepción de los irlandeses en virtud de los acuerdos entre Londres y Dublín- pretende hacer más fácil la entrada de viajeros ocasionales, así como más eficiente y seguro y, al mismo tiempo, "prevenir abusos de nuestro sistema de inmigración".
Se trata de palabras que siguen el tono las utilizadas por Robert Jenrick, exponente de la derecha conservadora y actualmente líder en la carrera por el liderazgo del Partido Conservador, cuando en marzo de 2023, como número 2 del Ministerio del Interior y conocido por sus posiciones antiinmigración, anunció la luz verde oficial al modelo ETA, aplicado inicialmente a algunos estados del Golfo aliados de Londres, como Qatar.
Además, el nuevo gobierno laborista, que asumió el poder tras la victoria electoral del pasado 4 de julio y el fin de la era conservadora de 14 años, también reivindicó la línea de rigor en el control fronterizo.
El primer ministro Keir Starmer reiteró, varias veces, que no tiene intención de dar marcha atrás en el Brexit, ni siquiera de realizar propuestas para un retorno parcial a la libertad de circulación con la UE.
Su voluntad de resolver las tensiones pasadas con Bruselas, como quedó patente con la reciente visita a Alemania, se limita al ámbito comercial y a los tratados bilaterales en el sector de la defensa y la lucha contra la inmigración ilegal: un ejemplo de ello fue lo anunciado con el canciller alemán, Olaf Scholz.
Incluso con respecto a la propuesta hecha en los últimos meses por la Unión Europea, sobre la posibilidad de una movilidad sin visado al menos para los estudiantes, el primer ministro no dio pasos concretos.
Y parece difícil vislumbrar eso en el futuro.
Asimismo, en el tema de los inmigrantes, el equipo laborista prometió seguir una línea dura a través de las repatriaciones y la lucha contra los traficantes de personas.
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