Detener las guerras en Ucrania, luchar contra la inmigración ilegal, nuevos aranceles comerciales, recortes de impuestos, puertas abiertas a las perforaciones y una cruzada "anti-woke". Estas son las principales promesas que Donald Trump pretende respetar en sus primeros cien días en la Casa Blanca, la su "nueva edad de oro". Firmando algunas medidas muy significativas el primer día de su toma de posesión, el 20 de enero, día en el que le gustaría ser "el dictador al menos por un día", como dijo en una entrevista.
La palabra "woke" se convirtió en un movimiento que terminó polarizando -aún más- a los dos principales partidos políticos de Estados Unidos. Su interpretación varía de manera drástica, dependiendo si se mira con los ojos de un republicano o de un demócrata. Originalmente, "woke" significaba estar "despierto" o "consciente" ante las injusticias relacionadas con el racismo en la década de 1960. Sin embargo, con el tiempo y especialmente en los últimos años, el término sirvió para referirse a la conciencia social o política sobre los demás temas de justicia social, como la igualdad de género, los derechos LGBTQ+ o la identidad racial, ideas ampliamente defendidas por los demócratas.
Pero para los republicanos se volvió una palabra para criticar a los demócratas en lo que consideran una imposición excesiva de valores progresistas en la sociedad.
El magnate, que tras su victoria recibe llamadas telefónicas de felicitación de los líderes mundiales en Mar-a-Lago, prometió durante la campaña electoral restablecer la paz en Ucrania y Oriente Medio en un plazo de 24 horas. Ayer ya habló con Volodimir Zelensky, mientras Vladimir Putin espera que evalúe sus verdaderas intenciones.
Según los rumores filtrados hasta el momento, pretende congelar el conflicto, manteniendo a Kiev fuera de la OTAN pero preservando la integridad territorial del país, con regiones autónomas a cada lado de una zona desmilitarizada, dejando a Europa los mecanismos para implementar el acuerdo y los fondos para la reconstrucción.
En Oriente Medio, apoyo total a Israel, pero antes de tomar juramento pidió a Benjamín Netanyahu que ponga fin a la guerra.
Luego se centrará en la ampliación de sus 'Acuerdos Abraham', empezando por el que tiene con Arabia Saudita. Queda por ver qué tiene reservado para Gaza y Cisjordania, donde en el pasado esperaba un mayor control israelí sobre los palestinos, prometiendo al mismo tiempo 50 mil millones de dólares en inversiones internacionales para apoyar su economía. Mientras que la solución de dos Estados debería permanecer en el ático.
Luego, puño de hierro sobre Irán, continuación del coqueteo con el dictador norcoreano Kim Jong-un y un desafío (comercial) a China, sobre el que existe un amplio consenso bipartidista. A la OTAN exigirá un aumento de los gastos, probablemente por encima del 2% del PIB solicitado hasta ahora, con la amenaza de no proteger a quienes no pagan.
En el plano comercial, amenazó con una nueva y más amplia guerra arancelaria para proteger las industrias y los empleos estadounidenses: un arancel general de entre el 10% y el 20% sobre los 3 billones de dólares en importaciones de bienes y un arancel del 60% sobre todos los productos chinos, probablemente invocando la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional.
También amenaza con imponer aranceles a México para obligarlo a cerrar el flujo de migrantes. En el frente interno, de hecho, ha prometido sellar la frontera con su vecino del sur, la mayor deportación masiva en la historia de Estados Unidos (con el espectro de una verdadera caza de inmigrantes ilegales en todo el país), el fin de las ciudades santuario demócratas, la restauración de la política de "Permanecer en México" y su controvertida "prohibición musulmana". También continuará la construcción del muro.
En materia económica, Trump pretende hacer permanente su recorte fiscal de 2017, que expira en 2025, al tiempo que propone nuevos recortes de gran alcance, desde la desgravación fiscal sobre las propinas y las horas extras hasta la posibilidad de deducir los intereses de los préstamos para automóviles.
Queda por ver si el Congreso encontrará los fondos y cómo.
También se vislumbra un freno al Green New Deal y una amplia desregulación (inspirada y coordinada por Elon Musk) en favor de las empresas, empezando por el sector energético ("drill, baby, Drill").
Por lo tanto, volveremos a perforar y extraer petróleo y gas a los niveles anteriores a la administración de Biden. También se espera un cese de los incentivos para el desarrollo del mercado de coches eléctricos. Finalmente, una cruzada anti-woke y anti-transgénero en las escuelas, los deportes y el ejército.
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