"La implementación de medidas efectivas requiere un compromiso concreto sobre por parte de los gobiernos, de los organismos internacionales y de la sociedad en su conjunto. La centralidad de la dignidad humana dada por Dios a cada individuo, el acceso a los bienes básicos y la justa distribución de los recursos deben ser una prioridad en todas las agendas políticas y sociales", apunta Francisco, según el mensaje pronunciado por el Cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, presente en la Cumbre de Río de Janeiro.
Además, el Pontífice destaca que "la erradicación de la desnutrición no puede lograrse simplemente aumentando la producción mundial de alimentos. De hecho, ya hay suficientes alimentos para alimentar a todas las personas de nuestro planeta; simplemente está distribuido de manera desigual".
Luego, el Papa pone el acento en el desperdicio de alimentos: "Abordar el desperdicio de alimentos es un desafío que requiere una acción colectiva. De esta manera, los recursos pueden reorientarse hacia inversiones que ayuden a los pobres y hambrientos a satisfacer sus necesidades alimentarias".
"Se necesita una visión y una estrategia a largo plazo para combatir eficazmente la malnutrición", destaca y anhela que "la Alianza Global Contra el Hambre y la Pobreza pueda tener un impacto significativo en los esfuerzos globales para luchar contra el hambre y la pobreza". "La Alianza podría comenzar implementando la propuesta de larga data de la Santa Sede, que exige redirigir los fondos actualmente asignados a armas y otros gastos militares hacia un fondo global diseñado para abordar el hambre y promover el desarrollo en los países más pobres", sostiene Francisco, a través del cardenal Parolin.
Para el Papa "es motivo de gran preocupación que la sociedad aún no haya encontrado una manera de abordar la trágica situación de quienes padecen hambre. La aceptación silenciosa del hambre por parte de la sociedad humana es una injusticia escandalosa y un crimen grave".
Además, enfatiza que "aquellos que, a través de la usura y la codicia, causan el hambre y la muerte de sus hermanos y hermanas en la familia humana, están cometiendo indirectamente un asesinato".
En su mensaje al G20, el jefe de la Iglesia Católica subraya una vez más su preocupación por "la intensificación de las guerras y los conflictos, las actividades terroristas", "los actos de agresión, así como la persistencia de las injusticias".
El Grupo de los 20 -afirma Francisco- identifica nuevos caminos para lograr una paz estable y duradera en todas las zonas "afectadas por conflictos" con el objetivo de restaurar la dignidad de las personas". Las guerras en curso "no solo son responsables de un número significativo de muertes, desplazamientos masivos y degradación ambiental; también están contribuyendo al aumento del hambre y la pobreza, tanto directamente en las áreas afectadas como indirectamente en países que se encuentran a cientos o miles de kilómetros de distancia de las zonas de conflicto, particularmente a través de la interrupción de las cadenas de suministro, las guerras continúan ejerciendo una presión considerable sobre las economías nacionales, especialmente debido a la cantidad exorbitante de dinero gastada en armas y armamento".
Y reitera que "la alimentación es un derecho inalienable".
"Como escribí en mi carta encíclica Fratelli Tutti, la política debe hacer de la eliminación efectiva del hambre uno de sus objetivos principales e imperativos. De hecho, cuando la especulación financiera manipula el precio de los alimentos, tratándolos como cualquier otro bien, millones de personas sufren y mueren de hambre. Al mismo tiempo, se desperdician toneladas de alimentos. Esto constituye un verdadero escándalo", subraya Francisco.
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