La orden de apagado del instrumento la dieron los ingenieros de la Red de Espacio Profundo de la NASA el pasado 26 de septiembre: tardó 19 horas en llegar a la Voyager 2 (que se encuentra a 20.500 millones de kilómetros de distancia) y la señal de retorno tardó otras 19 horas en llegar a la Tierra.
Los técnicos confirman que la orden de apagado se realizó sin problemas y que la sonda funciona con normalidad.
En los últimos años el instrumento había recogido una cantidad limitada de datos, debido a su orientación con respecto a la dirección en la que fluye el plasma en el espacio interestelar.
Esta es también la razón por la que la NASA decidió sacrificarla, para ahorrar energía, teniendo en cuenta que la sonda, alimentada por la desintegración del plutonio, pierde alrededor de cuatro vatios de potencia al año.
Lanzada en 1977, la Voyager 2 todavía tiene cuatro de 10 instrumentos activos: el objetivo es seguir recopilando datos hasta la próxima década con al menos un instrumento activo.
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